Dos meses intensos para el mundo MPN

30 septiembre, 2018
Dos meses intensos para el mundo MPN
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La interna del MPN ha sido convocada para el 25 de noviembre. Apenas lanzada la fecha, el presidente del partido, Omar Gutiérrez, tomó licencia de ese cargo para encabezar, ya como precandidato en campaña, el primer acto de la Lista Azul, en un barrio capitalino. Quien será su principal contendiente, Rolando Figueroa, estaba en San Martín de los Andes, en otro acto de campaña. Figueroa, en el aspecto partidario, corre desde el llano, ya que no participa de la conducción del MPN.

En las primeras horas se desató la polémica y la pelea. Quienes acudieron a reservar color a la Junta de Gobierno se encontraron, dijeron, con imperfecciones, elusivas, y ausencia de decisiones claras. La más llamativa es sobre el sistema electoral que se aplicará: quedó, por ahora, en una nebulosa. No se estableció si se usará el sistema de tarjeta electrónica, o el viejo de boletas papel. Antes, se había hecho correr la versión de que el oficialismo Azul quería los papeles y no los electrones.

Luis Manganaro, quien en los últimos tiempos ha trabajado para el equipo de Rolando Figueroa, acudió a reservar color blanco. Dijo (declaraciones a la radio AM 550) que el oficialismo había largado una carrera con ventaja para sí mismo. Marcó que no estaban disponibles los padrones, ni los formularios para avales. ¿Son cuestiones técnicas no contempladas, o picardías azules? ¿La queja estaba también prevista y resultaba inexorable, como parte del folklore emepenista?

La confrontación será dura, despiadada, y rápida. Dos meses fulgurantes. Los ejes políticos de cada uno están más o menos claros. Omar Gutiérrez, con Jorge Sapag como articulador de su estrategia (como en 2015) apunta al éxito de un plan en marcha y se pone como ejemplo, a sí mismo y al gobierno todo, de un desarrollo provincial que muestra indicadores positivos en contraste con un derrumbe nacional apreciable a simple vista, que se siente en aquella víscera tan sensible que marcara el entrañable Pugliese, el bolsillo.

Figueroa prefiere el camino inverso: no destacar lo que todavía no sirve para mejorar la calidad de vida de los más postergados, los humildes, los que el manual del MPN señala como puntales de la ideología partidaria. Por el contrario, señala la imperfección de un modelo que excluye, y se permite salpicar al propio MPN del que participa como referente, con la sospecha de que ha transado con el gobierno de Mauricio Macri, el mismo que se entrega mansamente al poderío del FMI para ajustar y pagar el costo de una timba financiera perversa, horrorosa, alejada del trabajo puro y simple de los proletarios argentinos.

Gutiérrez se ufana de estar en la mejor provincia, y Figueroa le hace contrapunto indicando que de ser así no debería tener 80 mil ciudadanos por debajo de la línea de pobreza. Gutiérrez se vanagloria de tener una producción de gas y petróleo en crecimiento constante y agresivo, y Figueroa le señala que cómo puede ser que haya neuquinos que no lo tienen o no pueden acceder a ese beneficio.

El MPN encara así una interna que es profunda, y que –conciente de sí misma, o no- busca el propósito de tensar la cuerda entre oponentes de la gran realidad nacional. El partido provincial hará un intento: discutir todo en su propio seno, para después encarar las elecciones generales dando a entender que quien ganó la interna, ya solo deberá cumplir un trámite, pues todo se ha discutido en función de sus propias contradicciones resueltas.

El garante del proceso será quien queda como presidente a cargo del partido, el senador nacional Guillermo Pereyra. El veterano líder sindical y avezado jugador de la política, les ha dicho a todos que se jugará con reglas claras y limpias, y que él, personalmente, se encargará de que así sea.

Dos meses. Menos que un relámpago, y a la vez, una eternidad, si se tiene en cuenta lo cambiante y dinámica que es la realidad Argentina. El dúo de solistas que siempre fue esa fórmula del 2015 encarnada en Gutiérrez y Figueroa, cantará por un sueño; y el jurado –al menos, eso se espera- será el pueblo neuquino.

Rubén Boggi

 

 

 

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