MPN y Separados por el Cambio, en la transición

2 noviembre, 2019
MPN y Separados por el Cambio, en la transición
gutierrez-gaido-monzani
gutierrez-gaido-monzani

La transición en Neuquén baila al ritmo de lo que se puede
hacer, más de lo que se quiere o pretende. Las limitaciones son
autoimpuestas, y reconocen diversidad en sus fundamentos
. El MPN, por
ejemplo, se encuentra con cuestiones fácticas muy concretas. Por ejemplo, el
hecho de que los salarios políticos capitalinos son inferiores a los que
están acostumbrados a cobrar quienes desempeñan cargos en la Provincia
.
Integrar un equipo numeroso, así, reconoce pocas posibilidades de traspaso
entre un nivel y otro, lo que obligaría a improvisar funcionarios nuevos. O
aumentar los sueldos en el Municipio, una variable que se estudia seriamente.

“Habrá muchos funcionarios que seguirán en sus tareas”, se
musita. Es decir, habrá continuidad para un número indeterminado de actuales
mandos medios en el municipio capitalino.
Tiene un poco que ver con el
tamaño de la burocracia. Un recambio íntegro es impensable. No conviene por
dos razones: por lo difícil que es encontrar mano de obra calificada, y porque,
realmente, hay cosas del andamiaje cultural burocrático que, si no se conoce el
paño, se pueden transformar en una máquina de impedir, un canto a la ineficacia,
para cualquier gobierno.

Del otro lado del mostrador, en Separados por el Cambio no está casi nada bien. La dispersión post-Quiroga es notable. Hay guerra por todo: por la herencia, por las diferencias, por las coincidencias. La posibilidad de supervivencia opositora pende de un hilo, y pasará inexorablemente por lo que se pueda tejer en el Deliberante. Los dos funcionarios más importantes que pasan allí con el presunto deber de respetar la herencia de Quiroga son Marcelo Bermúdez y José Luis Artaza. No las tienen todas consigo, ni entre sí. El legado pulsa como una serpiente envenenada en las venas de quienes pretenden alimentar el sueño de un retorno. Se piensa más en la supervivencia coyuntural que en los planes políticos de construcción a mediano plazo. Y se mira en los resquicios del MPN y en las posibilidades del peronismo.

Guillermo Monzani, el intendente, después de atravesar uno
de los momentos más difíciles de su vida, con dos intervenciones quirúrgicas
seguidas, la muerte de Quiroga en el medio, y la avalancha de deberes por
delante que esto implicó, solo pretende hacer las cosas con prolijidad.
Es difícil. Aunque el MPN está dispuesto a que así sea, pues la preocupación
por hacerse cargo del gobierno ciudadano se agranda, a medida que se acerca
la certeza de la asunción y el fin de ese período de ensueño, lírico y
descomprometido, que media entre el triunfo y esa fecha inexorable
. No le
alcanza a Monzani para estar tranquilo: cada papel que firma, sobre todo si
viene del lado de la obra pública, lo mira con lupa diez veces. La
responsabilidad es tan grande como el miedo a meter la pata en un sistema
que incluía algunas picardías
, de las que el MPN parece ser plenamente consciente,
y, por ahora, tolerante.

Pero, tal vez, no sean solo las cuestiones de gestión las
que ocupan el tiempo del diseño del futuro en el MPN. Hay otras perspectivas,
igualmente interesantes. La proyección hacia lo que vendrá con Vaca Muerta,
ahora bajo gobierno compartido con el peronismo nuevamente
, ese peronismo
en el que algunos cuadros emepenistas tienen las puertas más que abiertas, y la
certidumbre acerca de la inexistencia sólida, brutal, de una oposición en el
distrito…puede muy bien derivar en la creación de una oposición dentro mismo
del oficialismo, como se anticipara tras el triunfo de Gaido
. Hay dos instituciones
para seguir atentamente desde lo político en este contexto. Una es, claro, el
municipio capitalino. La otra es la Legislatura, que también puede ser un
reducto apto para la construcción de opciones hacia el 2023
.

En el palacio legislativo, el MPN, dicen, instalará un
equipo de probados cuadros para rodear a Marcos Koopman, protegerlo y
potenciarlo. Habrá gente del Ejecutivo que migrará al parlamento, buscando
un horizonte más protegido para hacer política, y con horizontes más
despejados.
La Legislatura, al lado de los avatares del gobierno central,
el municipio, el Deliberante, o cualquier otra institución, es una especie
de principado
. Allí los políticos se sienten entre almohadones, protegidos,
como en un castillo. Y, aunque no haya un foso con cocodrilos, la distancia
que se le pone a punteros y frecuentadores de los otros lugares del poder, es
considerado una especie de bendición para hacer política sin atravesar por el
apriete permanente de la runfla populachera y parasitaria,
que el propio
poder ha engendrado en Neuquén.

Así, entre el apuro y la impostada negociación, la
transición camina por la vereda de lo posible. Da la sensación de que alumbrará
nuevas construcciones políticas.
Esto tiene que ver con Vaca Muerta, con la
posible ley que parirá el nuevo gobierno de Alberto Fernández, una normativa con
fuerte aportes neuquinos, imaginada para alimentar el crecimiento
y
despejar las dudas que dejaron los manotazos desesperados del último tramo de
Mauricio Macri en el gobierno.

Rubén Boggi

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