Odiosas comparaciones

20 enero, 2013
Odiosas comparaciones

Con una nueva batalla por la ocupación controlada y regulada institucionalmente del espacio público, el gobierno municipal capitalino se aseguró mantener el protagonismo político en un desvaído mes de enero. Dio así muestras también de que el ejercicio concreto de ofensivas políticas en el contexto de la gestión será -o intentará ser- su praxis para este año electoral en el que juega mucho de las posibilidades rumbo al 2015 el proyecto de opción al MPN que lidera Horacio Quiroga.

El ordenamiento de la ex feria del trueque y hoy Feria Central implica un logro similar al de la erradicación del lavado de automóviles del centro de la ciudad. Además de los aspectos prácticos y los beneficios indudables de regularizar un aspecto de la economía que de marginal pasa a ser solo una variante comercial colorida y atractiva, implica para el gobierno una ratificación de rumbo político importante. Lo más importante, en realidad, es que pudo mostrar que funcionó lo que se había ideado. Esto en política, aunque parezca mentira, pasa muy de vez en cuando. Esta vez pasó, y por eso deberá ser tenido en cuenta como un hecho de gravitación concreta en lo que puede venir del escenario neuquino.

Si se quisiera comparar cosas distintas, algo que solo sirve a los efectos de extrapolar posibilidades teóricas, lo que ha conseguido el gobierno de Quiroga en este inicio de año es lo que hubiera querido lograr el gobierno provincial de Jorge Sapag con el renacimiento petrolero. A Sapag le asiste en buena parte la razón en su dedicación a la recuperación energética provincial, pero tiene el inconveniente de que se avanza muy lentamente, tal vez por la misma magnitud de lo que se pretende conseguir.

Si en algo ha fallado políticamente la gestión provincial es en ir mostrando pequeños logros del presente, inscriptos en el camino a mediano y largo plazo: esta falla (que es política y hace a la comunicación) ha contribuido a una imagen de excesiva apuesta por el futuro mientras se vive un precario presente.

El gobierno de Sapag tiene dificultades en comunicar con claridad política sus acciones. De otra manera no se entiende el porqué, por ejemplo, una acción en defensa del ambiente, de sanción eventual por fallas a una empresa petrolera, es desconfiada por el resto e incluso criticada directamente por sectores de la oposición, mientras la ciudadanía observa casi indiferente.

Parece ser un problema de credibilidad. El negocio petrolero tiene mala prensa en general, aunque muchos (tal vez la mayoría, en Neuquén) viva del derrame (con perdón) de sus actividades, directa o indirectamente. Y el gobierno del MPN ha sido estigmatizado como una especie de cómplice de ese negocio, antes que como un gestor de sus beneficios sobre la población.

Este curioso sello le molesta desde siempre al MPN, que se ve a sí mismo como el constructor de la provincia gracias a un manejo práctico de sus recursos energéticos. Y le molesta mucho más en este presente, en el que su apuesta es casi total a la recuperación de la producción petrolera y gasífera, mediante la inversión en tecnología para abordar la extracción masiva de shale oil y shale gas.

La tecnología desarrollada para el método de fractura hidráulica ha sido resistida en Estados Unidos por sus riesgos contaminantes. Así como se sabe de los espectaculares resultados económicos obtenidos por el fracking en el país que conduce Barack Obama, se sabe también de todo un movimiento ambientalista que lo resistió, lo resiste y lo seguirá combatiendo, por lo menos hasta que mejore sustancialmente y reduzca sus eventuales efectos nocivos.

Por eso no es un detalle que el gobierno de Neuquén haya dado una señal de control ambiental en esta etapa incipiente de su aplicación a gran escala. Que la haya dado en referencia a un derrame que involucra a Petrobras, no es lo que lo hace importante. Hasta ahora nunca el gobierno neuquino había calificado de “altísima gravedad” un derrame, cuando en realidad todos los derrames de hidrocarburos, sea por la causa que sea, son potencialmente graves para el ambiente, sobre todo en lugares donde se puede afectar cursos de agua utilizados directamente para consumo humano.

Siguiendo con la comparación y la correspondiente aclaración de que estamos comparando cosas distintas, mientras el gobierno de Quiroga consigue aliados en su principal línea política, que es la de instalar el orden y el control sobre el espacio público ciudadano (que se había perdido peligrosamente); el gobierno de Sapag cosecha opositores en cada movimiento que hace, aunque algunos de estos movimientos no merezcan la mecánica desaprobación del resto.

Lo singular de este fenómeno es que allí donde todos suelen criticar a Sapag, aparece el mismo Quiroga para respaldarlo. Los extremos del escenario político neuquino, quienes encarnan la probable polarización rumbo al 2015, muchas veces coinciden.

Son gestos que evidencian cuán frágil es la gobernabilidad en Neuquén, y qué concientes de ello son algunos gobernantes.

Así, Quiroga aplaude cada vez que Sapag enfrenta presiones violentas del sindicalismo estatal; y Sapag respalda al Intendente cuando se trata de encauzar mecanismos que el mismo sindicalismo estatal había empezado a manejar: el caso de las ferias, por ejemplo. A su vez, ambos negocian con ese sindicalismo, del que necesitan su acción de contención puramente gremial, y no sus ansias políticas de coparticipar o ganar administraciones de gobierno.

Se verá en los días que vienen cómo recupera iniciativa concreta el gobierno de Jorge Sapag, ya con el retorno de éste; y si mejora esa posibilidad de mostrar beneficios presentes más que utopías futuras.

Pero es indudable que el Municipio capitalino (bastión electoral desafiante al poder provincial) ganó el round de enero. Mostró acción, decisión y resolución de un problema que se había comprometido a resolver. Mientras, el gobierno provincial (bastión defensor del poder provincial en manos del MPN) ha empezado el año con buen enfoque en el tema petrolero, aunque sin conseguir un resultado político claro; y mantiene abierto el problema del conflicto con el gremio docente, que amenaza complicar el inicio de clases, que es a fines de febrero.

Rubén Boggi

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