La igualdad de lo distinto en Neuquén

9 diciembre, 2012
La igualdad de lo distinto en Neuquén

Después de cumplir el primer año de gestión, en el gobierno de la Municipalidad capitalina se prepara la instrumentación de los cambios que se venían anunciando con insistencia. Serán retoques cuya importancia se mide desde la política inexorablemente, pues gobernar (gestionar, según el diccionario post moderno) no es más que hacer política en su nivel más puro, más descarnado, más concreto.

Dicen que uno de quienes dará un paso al costado, impulsado por las decisiones políticas, será Ricardo Amerio, secretario de Obras Públicas. Es un área que recibió directamente la erosión de la tragedia del supermercado.

Se habla también de algún otro movimiento, que tal vez involucre a Sergio Sanfilippo, secretario de Servicios Urbanos. No está claro si será desplazado del equipo de Gobierno, o si cumplirá otra función, o si simplemente su nombre ha sido mencionado en el contexto de los cambios.

Lo que está claro es que habrá retoques en el gobierno que conduce Horacio Quiroga, que se instrumentarán obviamente con el objetivo de mejorar lo que se ha detectado como algunas fallas desde el auto-diagnóstico. La exigencia sobre el gobierno municipal es mucha, a tal punto que está de manera permanente en el ojo de alguna tormenta. Esto es inexorable, y es una consecuencia de la expectativa política, que referencia en Quiroga un candidato para el 2015 para enfrentar al MPN.

En este contexto se librará la batalla por la UCR, sintetizada entre Alejandro Vidal y Juan Carlos Galvañ, pero que más allá de los nombres determinará si el actual intendente capitalino tendrá bajo su indirecto mando a ese partido, o si deberá negociar con un radicalismo más arisco en procura de tener masa crítica, tanto en el 2013 como en el 2015.

Es importante observar que en la actual coyuntura el radicalismo no tiene ya el “virus K” como una opción en algunas de las líneas internas que dirimirán su conducción. Es una etapa, la kirchnerista, que se da como superada. Nadie quiere hablar demasiado de anteriores complacencias o incluso exacerbados fanatismos impostados.

Esto es así porque la única esperanza para el renacer de la UCR es transitar por ese camino, todavía difuso, de quienes se ubican de manera crítica o directamente opositora hacia el oficialismo de Cristina Fernández. Sucede cada vez que una hegemonía comienza a ser molesta y a declinar. Es una especie de fenómeno natural, que reemplaza la propensión a la eternidad por la certeza de la mortalidad inexorable.

Horacio Quiroga y sus referentes radicales, como es el caso de Juan Carlos Galvañ, está por supuesto en esa vereda de enfrente al modelo K, que antes compartió desde el ensayo transversal pergeñado por Néstor Kirchner. Pero en esa vereda se encuentra también el radicalismo que fue farizanista y compartió el Frente para la Victoria.

Alejandro Vidal, actual titular de la UCR neuquina que va por la continuidad en la interna, dio a conocer, por ejemplo, un duro comunicado crítico hacia el kirchnerismo en defensa del Poder Judicial, que fue duramente atacado por el oficialismo en la desgraciada (para Cristina Fernández) semana del fracasado 7D.

Mientras, el MPN juega su propio partido concentrado en dos aspectos centrales: la protección del gobierno para no perder la capacidad de maniobra en medio de una coyuntura financiera con varias dificultades; y el desgaste permanente que se pretende infligir al gobierno de Quiroga.

¿Cuál es el límite para aplicar el método de desgaste hacia el gobierno municipal? Está muy claro: no perjudicar objetivamente a los ciudadanos capitalinos.

El límite es obvio. Lo difícil es determinar por dónde pasa, y esta duda se ha visto muchas veces, a lo largo del año, en la permanente controversia por el servicio de agua y saneamiento, es decir, por lo que hace bien ó mal el EPAS.

Así, la relación entre el gobierno de Quiroga y el MPN fluctúa entre los acuerdos para compartir el rédito político de obras que se hacen o se harán, y la confrontación por la misma causa con obras que deben hacerse inexorablemente.

Es una característica de los dos “modelos” políticos que por ahora polarizan las expectativas político-electorales neuquinas: comparten la idea de que no hay política si no hay obras, es decir, si no hay transformación concreta de la realidad para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Por eso son tan iguales y tan distintos.

Rubén Boggi

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