A tres semanas de asumir la realidad

13 septiembre, 2015
A tres semanas de asumir la realidad
scioli-mpn
scioli-mpn

A 21 días de las elecciones municipales capitalinas, que terminarán de definir el mapa político neuquino que comenzará en diciembre un nuevo tránsito institucional de cuatro años, en medio de una difícil transición entre el petróleo que fue y el que vendrá, no se mueven significativamente las mediciones de intención de voto, que están en una meseta inquietante, favoreciendo la continuidad del actual oficialismo.

Las diversas listas de la rara coalición que respalda a Horacio Quiroga –un amague hacia el 2019, una señal de advertencia a la hegemonía emepenista- mantienen al intendente en la punta, con diferentes porcentajes según sea la encuesta. Por debajo, se amontonan las opciones: el MPN con su renovación generacional a cuestas de las espaldas de Pablo Bongiovani, el sorprendente Libres del Sur de Mercedes Lamarca (tal vez la agrupación que más podrá beneficiarse en la composición del nuevo Deliberante), el golpeado kirchnerismo de Gastón Ungar, el ambicioso amateurismo del partido vecinal que lleva al odiado por el oficialismo, Gastón Contardi.

No se trata, sin embargo, de ver quién saldrá segundo, sino de entender que nada está cerrado, porque los vaivenes políticos en una Argentina cada vez más inestable pueden sorprender al más experimentado. Todos intuyen esta característica de la época, y en estos 21 días pondrán toda la intensidad que sean capaces de reunir sobre el campo de la disputa. En especial el MPN, que tiene resto y estructura como para remontar cualquier cuesta, aun la más empinada, como ya ha demostrado antes.

Lo que más favorece al oficialismo municipal es esa sensación de reparto del estatus quo que la sociedad neuquina parece haber institucionalizado hasta tener una mejor opción. “La provincia para el MPN, la capital para Quiroga” es la presunta decisión consolidada bajo la piel de la realidad política, que reflejan y repiten como frase reveladora muchos, por dentro y por fuera del partido gobernante en la Provincia.

Si se analiza el contexto nacional que rodea la circunstancia de la capital neuquina, se verá que en estos comicios se enfrentan además –por peso mayoritario tanto en el MPN como en el quiroguismo- las dos fuerzas que acaparan la mayor intención de voto en el país, el Frente para la Victoria con Daniel Scioli (MPN) y el PRO con Mauricio Macri. Es así, se insiste, aunque tanto en el MPN como en el quiroguismo haya sectores que promueven en campaña variantes combinadas. Así, en el MPN hay un costado para Sergio Massa –encarnado por el petrolero Guillermo Pereyra- y también otro para Macri, este minoritario y con un casi exclusivo alcance capitalino. Y en el quiroguismo también hay massistas, y hasta sciolistas, que pasarán a la gloria o al olvido según sea el proceso electoral nacional, sumergido por ahora en dudas inquietantes, en función de la catastrófica performance electoral del año, con elecciones sospechadas en distintos distritos y un sistema que hace agua por todos lados.

La situación también se evalúa desde la mezquindad estatal, pues en Neuquén la política se hace desde y hacia el Estado, con mayor determinación que en el resto del país, en función de la importante renta y el fuerte nivel de oferta laboral para profesionales de la política que impera en esta Provincia. Así, algunos explican que el MPN no consigue la movilización del aparato que necesitaría, porque ya está elegido el gobernador, y hay una masa grande que ya tiene garantizada la silla y el escritorio más allá del resultado capitalino; mientras que en el Municipio pasa lo contrario, y la actividad se redobla en el afán de sostener lo conseguido y no poner en peligro la continuidad laboral.

En las tres semanas que restan, esto es más o menos seguro, aumentará la confrontación entre Quiroga y el MPN, se polarice o no después la contienda en las urnas. Son, evidentemente, las dos puntas que sintetizan el momento. Son Scioli versus Macri, aunque haya terceros que influirán en el resultado. En Neuquén, la diferencia es que esta polarización conceptual se llevó puesto al kirchnerismo, porque en la Provincia ya se ha dado por superado tal fenómeno de una década. En Neuquén, la mayoría trabaja para el poskirchnerismo, con un ojo puesto en Vaca Muerta y el otro en las noticias de los diarios.

También se sabe que después de los comicios capitalinos, quedará la realidad sin subterfugios, y empezará, virtualmente ya que en lo formal lo hará en diciembre, el nuevo gobierno de Omar Gutiérrez, a integrarse, a definir equipo, y a sentar los principios duros para conducir el timón en la tormenta del déficit y la coyuntural carencia.

A partir del lunes, se abre el período elegido para colocar bonos en dólares, para formar la caja que contribuirá a financiar el próximo año. Pero también habrá ajustes que hacer, de los que poco se hablará aunque se hagan.

El gobierno del MPN está concebido, desde 1963, para promover la felicidad del pueblo y reducir los motivos de sus eventuales desgracias. Este cliché ideológico es su justificación de ser, plasmada en el efectivo gobierno ininterrumpido desde aquellos años.

Basta esta convicción intelectual para entender por qué el MPN gambeteará cualquier obstáculo acudiendo a cualquier herramienta. Incluso, la de manejar elecciones a favor o en contra, según le convenga.

Rubén Boggi

Te puede interesar
Últimas noticias