El ajuste que viene, inevitable

13 mayo, 2023
El ajuste que viene, inevitable

Se podrá demorar mucho o poco, pero lo que se ve es que habrá un ajuste inevitable en las cuentas argentinas, que, obviamente, repercutirá en todas las jurisdicciones; también en Neuquén, uno de los distritos que más gasta per cápita, en lo que a uso del dinero público se refiere.

La tormenta inflacionaria, la devaluación del peso, y la excesiva emisión de billetes, van camino a juntarse en un punto y concretar la síntesis que, ya desembozadamente, está fijando el FMI como condición para seguir asistiendo en la emergencia. La política nacional solo sabe responder con mayor incertidumbre y elevando el nivel de las peleas.

En la provincia que abastece con gas, con 65 por ciento del total, a todo el país, ya se libró su lucha política principal. Como se sabe, perdió el oficialismo representado, en los comicios, por la mítica marca MPN; y ganó una coalición liderada por esa astilla importante del mismo palo, Rolando Figueroa. Estos meses, hasta diciembre, alumbrarán de a poco una nueva senda, y un tema que se revisará inexorablemente es el del nivel de la deuda, el nivel del gasto improductivo, y el desequilibrio en la asignación de los recursos públicos.

Durante la semana, el oficialismo del MPN gubernamental mostró, a modo de gesto conciliatorio hacia los que vendrán, la decisión de reducir una parte de lo que la demanda política había aumentado, en la planta de contratados por el Estado. "No llegarán a diciembre" esos contratados (más de un millar) dijo Claudio Domínguez, un portavoz distinguido de los movimientos del seno de "los azules".

Pero, obviamente, el nivel de gastos es exponencial y está atado a los índices de inflación, pues los salarios se ajustan automáticamente mes a mes. En abril el índice del costo de vida en Neuquén trepó a 8,9 por ciento, más de 33 por ciento en el acumulado de los cuatro primeros meses: el gasto salarial global reflejará esos niveles, por lo que crecerá la participación de los gastos corrientes en el presupuesto general, y seguirá limando el resultado de los ingresos extraordinarios de las regalías por los hidrocarburos producidos en Vaca Muerta.

La producción petrolera y gasífera seguirá en aumento, pues de a poco, aunque despojando la cuestión del triunfalismo rimbombante, surtirá efecto la mayor exportación (a Chile, con la nueva puesta en marcha del viejo ducto) y el gasoducto Kirchner, que pasará a estar operativo aproximadamente en julio. Mayor producción implicará más regalías, siempre atadas a los precios que se fijen en la coyuntura; y quienes se aprestan a asumir en diciembre buscarán influir para que ese mayor derrame no se dilapide fácilmente por la canilla de los gastos corrientes.

Rolando Figueroa, que culminó una gira europea de relax combinado con trabajo preparatorio para inversores, reapareció como gobernador electo, al lado del gobernador en funciones, Omar Gutiérrez, durante la firma del convenio para reactivar la PIAP. Ha sido un gesto que buscó la positividad dentro de lo negativo, pues siempre alimentar una fuente laboral productiva se leerá positivamente; aunque, en el caso de la vieja y conocida PIAP se tienen las reservas del caso, pues lo más importante ahí es la posibilidad de producir fertilizantes, y eso, que figura en el convenio, sigue dependiendo de factores ajenos a Neuquén, como la resolución de los problemas macro que permitan la llegada de inversiones. Como hace 30 años, los fertilizantes made in Neuquén dependerán de esas millonarias (en dólares o euros o yuanes) inversiones, por lo que pronosticar resultados se torna absolutamente incierto.

Hace poco menos de 30 años fue el fracaso de una planta de fertilizantes uno de los factores que alentó la pueblada de Cutral Co y Plaza Huincul. Los fertilizantes se mudaron a Bahía Blanca, rechazados por el gobierno de Felipe Sapag, y esa intención nuevamente frustrada derivó en el premio consuelo de una planta de producción de metanol y la cesión a esos dos municipios del yacimiento El Mangrullo.

Así que, se entenderá, el nuevo gobierno neuquino que asumirá en diciembre tomará el asunto con pinzas y discretamente, en principio, hasta ver con claridad la perspectiva real que asomará de un convenio firmado por dos gobiernos que, muy probablemente, compartirán el exilio de los derrotados circunstanciales.

La inflada euforia de anuncios positivos no disimulará la necesidad de un ajuste inexorable en las cuentas públicas; pues habrá necesidad imperiosa de reorganizar el gasto público. Las áreas sociales del gobierno, es la intención, buscarán cómo llegar a la eficiencia sin perder combustible en la burocracia corrompida; y se buscará reforzar fuertemente el recurso humano clave en servicios como la educación y la salud.

En el núcleo de las ideas tomará fuerza la descentralización del aparato estatal, lo que, se piensa, producirá un efecto positivo en localidades y regiones del centro, del sur y del norte provincial: eso será encuadrado dentro de la mayor eficiencia del uso de los dineros públicos, aunque requerirá en principio una inversión.

Por lo pronto, Figueroa, tal parece, seguirá construyendo mayor poder antes de asumir. Buscará hacer más amigos y acotar el número de adversarios. Es previsible, pues, que fortalezca y no reduzca el carácter de coalición con el que logró la victoria, pero ahora ya en el ejercicio concreto de una gestión que comenzará en tiempos muy difíciles, contextualizada por un ajuste inevitable, en el pináculo de la ola de la crisis, algo que para un político no es necesariamente malo, sino, en todo caso, propicio para cambiar todo aquello que ha probado ser defectuoso.

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