Vaca Muerta, el MPN y la realidad que viene

6 mayo, 2023
Vaca Muerta, el MPN y la realidad que viene

No hay mayor grieta, en Argentina, que lo que se interpreta desde la política como realidad, y la realidad misma. Es así con Vaca Muerta, un gigante ya despertado, pero condicionado siempre a una infraestructura precaria, atrasada, con signos de burocracia y corrupción asomando por todos los lados de su andar parsimonioso y grandilocuente.

La producción que ha logrado, con conocimiento rápido y tecnología apropiada, extraer el petróleo y el gas de los vericuetos hasta hace poco secretos e inexplorados de la roca madre, es frenada ya por la floja equivalencia de lo que hay en superficie: una infraestructura que luce más en los anuncios que en la aplicación práctica que se le podrá dar en lo inmediato. Esto es grave, porque Argentina necesita más producción y exportación urgentes; y Neuquén, en los últimos tramos del gobierno del MPN, ha aumentado su dependencia presupuestaria de las regalías, que han pasado de garantizar 30 por ciento de los ingresos totales, a 40 por ciento: la realidad es que se pagan gastos corrientes (crecientes) del Estado con ese producido por las entrañas de Vaca Muerta.

El gobierno de Omar Gutiérrez, a siete meses todavía de entregar el mando a su indeseado sucesor, Rolando Figueroa, luce esas “joyas de la abuela”, como se las llama desde la década del '90 a los recursos extraordinarios de la renta petrolera, con un optimismo casi fatuo. Así se presentó, por ejemplo, el inicio de trabajos para el ferrocarril en Añelo, una playa de maniobras que todavía necesitará de 70 kilómetros de vías nuevas, más el arreglo (están en estado deplorable) del largo tramo que une Plaza Huincul con la lejana Bahía Blanca. Esta primera etapa del ambicioso proyecto ferroviario necesitará 9 millones de dólares para ser realidad, una realidad parcial porque faltará el resto. En concreto, que el tren llegue a Añelo es una cuestión futura todavía, más si se tiene en cuenta que deberá ser revisada por el gobierno nacional que vendrá a partir de diciembre de este año. En Argentina nunca ha salido bien una obra que se proyecta en un gobierno para seguir en el próximo.

Sin embargo, esto es parte del folklore argentino, y ya nadie le da importancia. Las obras públicas envejecen antes de ser terminadas, como ocurrió ya con la “autopista” de la ruta 22. Que el anuncio del tren se haya hecho con la presencia de Martín Marinucci, presidente de Trenes Argentinos, no garantiza nada: el funcionario nacional participó de la inauguración de dos apeaderos del trencito del Valle, un servicio que no funciona entre Neuquén y Cipolletti desde hace casi dos años, y todo por decisión arbitraria de, precisamente, Trenes Argentinos, que ha manifestado su imposibilidad de hacer seguro el puente que pasa sobre el inicio de la ruta 151, suspendiendo el paso de la formación de pasajeros puesta a rodar en 2015, y tirándole la pelota de la solución a los colegas burócratas de Vialidad Nacional.

El crecimiento de la exportación de petróleo desde los yacimientos neuquinos también se ha presentado como un notable éxito, pero sin mencionar a la par que lo que se necesita exportar urgentemente es el gas, sin que haya todavía ninguna infraestructura al respecto, ni siquiera el gasoducto de nombre pomposo y coyuntural, cuyos caños se están soldando a todo ritmo, aunque no suficiente para garantizar gas en invierno para la propia Argentina, por lo que es posible que esta temporada sea necesario volver a importar ese combustible para la industria y los hogares, justo cuando no hay dólares, y crece la recesión mezclada con inflación imparable.

En fin: que las obras “de superficie” para Vaca Muerta tendría que haber estado terminadas hace por lo menos dos años, y no lo están. Habrá, por ende, perjuicios concretos e indisimulables, aunque el coro complaciente siga acompañando como si no fuera consciente de estas notables contradicciones entre los discursos y la realidad, que constituyen la verdadera grieta, tanto en Neuquén como en Argentina, tanto en lo micro como en lo macro, tanto en la certeza de la incertidumbre como en la incertidumbre misma.

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