Horrible: lo aplastó una montaña de sal

Horrible: lo aplastó una montaña de sal

La Cámara Laboral de Viedma condenó a la empresa Alcalis de la Patagonia (ubicada en la localidad rionegrina de San Antonio Oeste), a abonarles una indemnización de un millón y medio de pesos e intereses, a cada uno de los padres de un trabajador que murió literalmente aplastado por una montaña de sal. Los camaristas argumentaron su fallo en el daño moral, la pérdida de asistencia futura esperable por parte de su hijo y los daños materiales por las secuelas psicológicas que padecieron.

El horrible accidente ocurrió en la planta productora de carbonato de sodio.

La tarea del joven consistía en controlar la descarga de sal a la tolva, un receptáculo de grandes dimensiones, que tiene 3 metros de ancho, por 4 de largo y 3 de profundidad, con una pendiente para que la sal se deslice.

La sal que llega a la tolva debe estar bien molida (sin piedras) para que pueda deslizarse correctamente. Sin embargo, las pericias dieron cuenta de que aquel día había llegado con piedras; y fue por ello que sobrevino el error fatal: el trabajador se introdujo en la tolva y cuando rompía las piedras -con su compañero- cedió el piso de sal y quedó completamente tapado. La respuesta de sus compañeros fue inmediata, pero cuando despejaron la sal, lo encontraron muerto.

Tanto la pareja como el hijo del trabajador fueron indemnizados por el seguro de la ART, pero luego el padre, la madre y los cuatro hermanos del hombre demandaron a la empresa por el daño moral que les produjo la pérdida de un integrante de la familia.

Tras analizar los informes y testimonios, la sentencia concluyó que la mitad de la responsabilidad fue de la empresa, por ser la propietaria de “las cosas riesgosas” aplicadas a su explotación y por falencias en la seguridad laboral; mientras que la otra mitad fue del propio trabajador, quien actuó en forma imprudente al ingresar en la tolva, conociendo el grave peligro. De hecho, otros operarios declararon que tenían prohibido ingresar a la tolva, pero que aun así “ingresaban para destrabarla, pues el trabajo así lo requería, aún a sabiendas de que podían ser sancionados si los veían”.

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