Por una denuncia falsa sufrió el infierno de la prisión

Un caso literalmente aterrador que acaba de ventilarse en los Tribunales de la localidad bonaerense de San Isidro, volvió a encender las alarmas sobre la liviandad con la que ciertos actores de la Justicia toman las denuncias sin constatar si quiera la veracidad de los hechos que en ellas se exponen. Lo que ventiló es que un hombre de 58 años padeció durante dos años el infierno de una prisión de José León Suárez, por una denuncia que se comprobó que era falsa. El abuso sexual que le imputaron jamás sucedió.
Con toda la angustia del caso, el hombre pasó por las distintas instancias, desde la detención hasta el procesamiento y demás, hasta el juicio oral que se realizó el 20 de abril y en el que no pudieron probar su culpabilidad, simplemente porque no era culpable. A lo largo del proceso aquellos que tienen la obligación de hacer justicia, destrozaron el principio de inocencia y le destrozaron la vida. “Este órgano colegiado siente la necesidad de pedirle disculpas en nombre de la Justicia, por estos casi dos años que pasó privado de su libertad, sabiendo que esto es irremediable”, expresó el juez Alejandro Lago, a cargo de la presidencia del Tribunal, citado por el diario La Nación.
En la jerga de abogados y judiciales se dice que es peor un inocente preso que un delincuente libre. Pues bien, D.M. (como se identificó al protagonista de esta desventura) lo sufrió en carne propia y no quiso regresar al penal para retirar sus pertenencias. Quedó marcado de por vida y su (falsa) denunciante ni siquiera declaró en el juicio oral. Apenas unos días antes tuvo un ataque de pánico, dicen.
En Neuquén también hay denuncias falsas y quizá también haya inocentes a los que se los priva de la libertad o personas que llegan esposadas a juicios en los que no hay elementos para probar la supuesta culpabilidad. Las denuncias falsas abundan, por ejemplo, en el fuero de Familia, donde no son constatadas por jueces y juezas que como reacción automática interrumpen los vínculos entre padres e hijos, con los consecuentes daños para las familias (en la inmensa mayoría de los casos, paternas).
Muchas veces los procesos resultan viciados y se comenten injusticias por el temor de ciertos funcionarios judiciales a contradecir los mandatos del feminismo extremo y sufrir represalias internas o escraches externos. Por estos días un juez Civil de Rincón de los Sauces espera la sentencia de un jurado de enjuiciamiento (jury), al que según su abogada defensora lo sometieron a partir de una falsa denuncia de abuso y persecución laboral. Un médico negó haber firmado el informe que presentó la denunciante y eso deberá aclararse.
D.M. llegó esposado y se fue libre del Tribunal Oral N 7 de San Isidro que lo absolvió y ordenó su inmediata liberación. Su pesadilla había comenzado el 11 de julio de 2021, cuando un vecino avisó al 911 que escuchaba gritos en el departamento del primer piso situado en Vélez Sarsfield al 100, de Martínez. Cuando llegaron los policías, la propietaria dijo que D.M. “la tomó por la fuerza, tirándola al suelo, desvistiéndola y abusando sexualmente de ella”. Tras la mentira se sucedieron las deficiencias del proceso penal y luego llegó el juicio en el que la mujer fue definida como peligrosa y violenta, por uno de los testigos.
“Mucho no puedo hablar, lo único que sé es que en dos años me arruinaron mis 58 años de vida. Jamás había tenido un problema, jamás estuve fuera de la Justicia, mi familia es intachable, la familia de mi ex pareja más aún, es gente reconocida en zona norte, a mí me arruinaron la vida”, lamentó el pobre hombre.