Inglaterra reeditó su tradición ancestral

Inglaterra reeditó su tradición ancestral

En medio de un escenario complejo para Europa, en virtud de  la guerra que se desató con la invasión rusa a Ucrania, el Rey Carlos III y la Reina Camila fueron coronados, este sábado, en Londres. Ante unos 2.000 invitados de todo el mundo, Inglaterra reeditó su ancestral tradición.

Entre los invitados hubo jefes de Estado y representantes de gobiernos, miembros de la realeza tanto de Gran Bretaña como de otras latitudes, ministros británicos, primeros ministros y ex primeros ministros.

La ceremonia comenzó con un recorrido de la pareja real en una carroza moderna -la misma usada en ocasión del Jubileo de Diamante de Isabel II, madre de Carlos III, en 2012- desde el Palacio de Buckingham hasta la Abadía de Westminster. Allí, a las 11 de la mañana fueron coronados por el arzobispo de Canterbury, el clérigo de mayor rango de la Iglesia de Inglaterra.

Durante la coronación, que es prácticamente la misma desde hace mil años, el rey Carlos III, a quien se lo vio como cansado, debió responder preguntas y prestar juramento de que cumplirá “lo prometido” y afirmar ser un “fiel protestante”. El acto culminó con la unión, bendición y consagración del monarca sentado en el trono del rey Eduardo bajo un dosel.

La corona que recibió Carlos III es la de San Eduardo, una reliquia de oro macizo engastada con piedras preciosas, como rubíes y zafiros. Luego, el príncipe William será el único duque real que le jure lealtad, ya que los aristócratas “tradicionales” serán reemplazados por una invitación del arzobispo de Canterbury para que todas las personas juren lealtad desde donde estén.

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