Neuquén en la dolorosa certeza del subdesarrollo

31 marzo, 2022
Neuquén en la dolorosa certeza del subdesarrollo
Polo
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Era 1987 y el jefe de Redacción de El Diario del Neuquén me dijo: “Es Elías Sapag. Atendé, que tiene un anuncio para hacer”. Puse el tubo del teléfono entre el cuello y el hombro, y escuché al senador: “Mijo, Neuquén tendrá su Polo Petroquímico. Póngalo bien grande”.
Sin embargo, 35 años después, tras el derrumbe de producción y los yacimientos agotados en la primera década de este siglo, el resurgir posterior con Vaca Muerta, y ya de nuevo con cifras récord de producción de crudo, Neuquén todavía no industrializa lo que extrae de las profundas entrañas de su territorio.
Todo el valorable montaje industrial que se hizo en tiempo fulgurante para desarrollar a fondo el fracking y la extracción no convencional de petróleo y gas, no contempla, por diversas razones, el consecuente desarrollo industrializador de todos los productos derivados de los hidrocarburos “en origen”, como ha postulado desde su nacimiento, hasta ahora sin resultados, el MPN.
La carencia de infraestructura más allá de la extracción, es un rasgo característico que marca a fuego el subdesarrollo nacional, y Neuquén lo sufre, pero lo sufre todo el país. Es eso lo que explica que no haya gas suficiente para abastecer la demanda invernal, ni gasoil suficiente en tiempos de mayor consumo, como está ocurriendo ahora. El gas está, pero no puede transportarse en la cantidad suficiente; el crudo para fabricar gasoil está, pero la infraestructura de refinación es insuficiente. El tren está, pero con las vías derruidas por la corrosión de los años y la falta de mantenimiento. Los aeropuertos están, pero sin vuelos competitivos. Las rutas están, pero en condiciones paupérrimas.
Este capítulo de las carencias económicas argentinas remite a la misma causa general de fondo: la política no ha trabajado para el desarrollo federal, que es el único desarrollo posible. El país concentra su población y sus industrias en una franja central excluyente, y sigue obsesionado con la producción de materia prima sin agregarle el valor que podría transformar al país en soberano, independiente, poderoso.
Los ciudadanos de Argentina hacen su queja plañidera, preguntándose porqué falta gas, porqué falta gasoil, y falta carne, y escasea la harina, etc.
Es simple: el país que anunciaba Elías Sapag, en 1987, todavía en la primavera de la nueva democracia, no ha cuajado. Sigue disuelto en la confusión y en las explicaciones metafísicas con diagnósticos esotéricos, acuciado por la próxima elección, atribulado por las consecuencias y sin acertar con la resolución de las causas.
Rubén Boggi

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