Últimas horas antes de que la situación explote

El ritmo de las movidas alrededor del conflicto de autoconvocados de Salud, que mantenía en la mañana de este viernes 23 de abril de 2021 bloqueadas varios tramos de rutas, era febril. La política es tramposa, y ese nivel de temperatura aplicaba tanto para quienes pretenden resolver el conflicto, aunque sea en lo que hace a los bloqueos, y para quienes desean que se prolongue y se agrave, con la teoría de que a mayor desastre, mayor rédito para el sector representado.

Si se atiende a lo que el gobierno de Neuquén informa, cada hora que pasa con las rutas cortadas (y están así desde hace dos semanas) se pierden 500 mil dólares. Son 12 millones de dólares al día, en un país al que los dólares no le sobran, sino todo lo contrario. Es una realidad suicida, a todas luces; y, no obstante, difícil de resolver. La situación es similar a la de aquel que mira al suicida mientras amartilla el arma apoyada en su sien, y, en una milésima de segundo, debe decidir si salta y le pega un empellón para impedir el disparo, o si sigue mirando como el otro termina con su vida.

Es difícil resolver una protesta cuando ésta adquiere características épicas. La convicción de los autoconvocados ha resistido, hasta aquí, todos los razonamientos y prometidas mejoras. El sindicalismo estatal, el poder político, la iglesia, el empresariado. Todos han hecho escuchar su voz, sin, hasta ahora, lograr un resultado.

La Gendarmería está cada vez más cerca de los piquetes. La ominosa posibilidad de que se aplique un desalojo está vigente. Nadie lo quiere. Pero, mientras se hacen cálculos y se diseñan estrategias, cada hora que pasa, Neuquén pierde 500 mil dólares.

Es el conflicto más caro de la historia. Mucho más caro que aumentar el salario de los trabajadores en los hospitales.

Rubén Boggi