Rumbo a un acuerdo, se desperdicia el valioso tiempo de la niñez

4 marzo, 2021
Rumbo a un acuerdo, se desperdicia el valioso tiempo de la niñez
gugliardo
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No hay otra salida más que el acuerdo para el conflicto entre el gremio docente ATEN y el gobierno de Omar Gutiérrez. Cada día que pase sin ese acuerdo, el daño a la población estudiantil se agiganta. Combinado con el atraso en las obras de puesta a punto de los edificios, el protocolo sanitario de la pandemia (pensado más para proteger a los maestros que a los alumnos), es un factor tremendo, que conspira directamente contra la obligación constitucional y legalmente establecida de impartir educación gratuita, libre y laica a los ciudadanos neuquinos.

El gobierno y el gremio son conscientes plenamente de esta circunstancia. Pero, uno le pone prioridad a un presupuesto diezmado por la caída de recursos del 2020; y, el otro, le da prioridad al bolsillo de sus representados. Ninguno le da prioridad al retorno de las clases, salvo una población, mayoritaria, aunque de número indeterminado, de personas angustiadas que ven a sus hijos desperdiciar (sin culpa propia) una edad irrecuperable.

El gremio ha concentrado su discurso público en reclamar una nueva mesa de negociación salarial. Es un reclamo abstracto: en ningún momento el gobierno ha dicho que se suspende la negociación. ¿Qué es una nueva mesa, más que la puesta en escena de algo que se ha negociado previamente? El mensaje esconde en realidad este asunto: la conducción del gremio debe mostrar a su interna, y sus representados, que exige y consigue un nuevo encuentro, en el que, presuntamente, se podrá mostrar alguna mejora a lo que se ha ofrecido antes del conflicto. Y, el gobierno, permite que esto ocurra, en la presunta convicción de que así se llegará finalmente al momento del acuerdo.

Lo cierto es que los conflictos dentro del Estado nunca cortan el diálogo entre quienes se sientan sobre el Tesoro y quienes giran a su alrededor. Siempre hay comunicación, porque, en definitiva, representan dos caras de una misma moneda de la gran corporación estatal en lo que se ha transformado el sistema de gobierno de la siempre frágil, y culposa, democracia argentina.

Los ciudadanos comunes, a quienes esa corporación debería servir, quedan afuera de la foto.

Rubén Boggi

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