En medio de la pandemia y la cuarentena, el femicidio

Este sábado no ha sido un sábado cualquiera desde que los argentinos nos guardamos para enfrentar un virus, sumergidos en Internet y Netflix. En una zona de bellos acantilados, al sur de la hermosa Mar del Plata, fue encontrado el cadáver de Claudia Repetto, la mujer que había desaparecido el día 1 de este mes.

 Apenas unas horas antes, el principal sospechoso, detenido, había confesado ante la Justicia que la había asesinado, por "celos". Fue una exposición clara, simple y brutal. Los celos como argumento no justifican, en realidad, una muerte. Y muchos menos, muchas. Porque en la mayoría de los femicidios aparece ese concepto, el de los “celos”.

El cuerpo de Claudia Repetto fue encontrado poco antes de las 13. Estaba envuelto en una sábana blanca, y su asesino, Ricardo Rodríguez, no había cavado mucho para ocultarlo. Apenas unos 60 centímetros de profundidad, allí, cerca del faro, camino a Miramar.

A unos 20 metros de ese mínimo pozo que pretendió ocultar la evidencia criminal de los celos, se había encontrado, unas semanas atrás, una pala. La misma que usó Rodríguez. Después de su tarea de sepulturero mínimo, el asesino había desechado la herramienta, sin mayor preocupación por dejar una pista clave.

Este sábado, la policía, con perros rastreadores, encontró el cuerpo de la víctima. A 60 centímetros de profundidad. Una tumba exigua, a la sombra de un árbol. Lejos del sol, como parecen estar estos crímenes que no cesan, esta costumbre del macho, de matar tan solo porque puede, porque siempre lo ha hecho (RB).