La miserable muerte de dos muchachos asesinos

13 enero, 2020
La miserable muerte de dos muchachos asesinos
stanislaw-e-illya-kostsew
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Stanislaw e Illya Kostsew eran más chicos entonces,
cuando se deslizaron subrepticiamente en la casa de su profesora, Natalya
Kostritsa
, envalentonados por el vodka, y la asesinaron lentamente,
cortándola de a poco con un cuchillo
. Por esa muerte, fueron apresados. Y,
después de un proceso, ejecutados de un tiro en la nuca. A la hora de la
muerte, Stanislaw tenía 19 años; Illya, 21. Fueron llevados por un gris pasillo
del Centro de Detención Preventiva de Minsk, Bielorrusia, hacia la sala de
ejecuciones. Les pusieron las esposas con las manos a la espalda, los
hicieron arrodillar, y les dispararon. Ambos murieron del primer tiro: no hubo
necesidad de repetir el disparo.

Es la forma en que se mata a los delincuentes en Bielorrusia. El país es gobernado, desde 1994, por Alyaksandr Lukashenko, antiguo director de una granja colectiva en la Unión Soviética. Bielorrusia, al Oeste de la actual Rusia, al Este de Polonia, mantiene institucionalizada y vigente la pena de muerte, y no piensa cambiarla por nada. Los que la reciben, son, como los dos hermanos de esta historia (ocurrió apenas hace unos días) ejecutados de un tiro en la nuca, sin que el hecho se comunique a sus familiares o abogados defensores, según afirma Amnistía Internacional; y el cuerpo -o los cuerpos- no son entregados, sino hechos desaparecer por el Estado.

Los hermanos Kostsew trataron de eludir la pena de muerte, y
suplicaron clemencia al Presidente. Pero, Alexander Lukashenko, quien los había
calificado públicamente como “escorias”, contestó así: “¿Para qué? ¿Por qué
protegerlos? Ellos la apuñalaron y la cortaron durante toda la noche. Ella rogó
y al final la mataron a pesar de sus súplicas”.
En la Corte que decidió la
pena, los hermanos también clamaron por piedad. Su principal argumento fue que
esa noche habían bebido mucho alcohol.

“No sé qué salió mal”, dijo Illya, “quizás el vodka actuó
así. Todavía no puedo explicar por qué la maté”. Y su hermano, Stalisnaw, pidió:
Dennos una oportunidad”.

La ejecución de los dos hermanos ha recorrido los diarios
del mundo, sin que nadie haya podido calibrar qué hecho fue más horroroso, si
el asesinato con tortura de la profesora Kostritsa, o la posterior ejecución de
sus asesinos.

Es difícil hacer competir maldad con maldad. Pero, siempre,
cuando dicha calidad humana es ejercida por el Estado, un escalofrío nos
corre a todos por el espinazo, y una lúgubre sensación de desesperanza nos
viene a la mente, y nos enfría el corazón.

Rubén Boggi

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