París, Neuquén, y una preocupación hacia el futuro policial

3 octubre, 2019
París, Neuquén, y una preocupación hacia el futuro policial
Five killed after knife attack in Paris
Five killed after knife attack in Paris

Mickael tiene 45 años. Desde hace 20 trabaja como policía administrativo. Hoy, jueves 3 de octubre, sin que nada permitiera anticipar lo que haría, se levantó de su silla, flanqueó el escritorio armado con un cuchillo de cerámica, y mató a cuatro de sus compañeros. Solo se detuvo cuando otro de sus colegas le disparó y lo mató de un tiro en la cabeza. Mickael, sordomudo, entró con un callado quejido en la historia de la policía francesa.

El día antes, 26 mil de un total de 150 mil policías que tiene Francia, se movilizaron por las calles de París, para evidenciar un creciente malestar en la fuerza, una reforma en el sistema de pensiones, y un tremendo incremento en la tasa de suicidios. Desde enero hasta este mes de octubre, 52 policías se han suicidado en el país galo, según las agencias de noticias.

Aquí, en Argentina, y más aquí, en Neuquén, posiblemente no se pueda comparar nada con París, Francia. Aquella policía tiene otra historia, otros métodos, otra preparación, otro contexto social, económico y político. Y, sin embargo, esta noticia, que evidencia una saturación, una explosión que seguramente se podría haber evitado, suena como una advertencia.

Allí, en París, una de las razones que se argumentan como posible explicación del mal clima policial, tiene que ver con el contexto político-social, y más específicamente, con el movimiento de los chalecos amarillos, y la consecuente sobre-exigencia de represión demandada a la policía.

Aquí, en Neuquén, la policía está cada vez más exigida por una sociedad que se divide entre quienes demandan más seguridad, y quienes se ocupan de aprovechar la inseguridad para sus fines delictivos. La policía neuquina –con salarios bajos, capacitación relativa y responsabilidad creciente- empieza a dar muestras de que algo, no bueno, está pasando.

Los signos, los que se pueden observar porque trascienden, indican excesos en el uso de fuerza por un lado (el caso Agüero), distorsiones de disciplina y faltas a la ley (corruptela en pequeña escala), temas que se mezclan con dosis importantes de insatisfacción (salarios, otras demandas de tono social-corporativo).

Es posible que no sea el cuadro tan preocupante, aunque la anticipación nunca viene mal cuando se analizan realidades. Abrir el paraguas antes que se largue la lluvia puede parecer inútil, hasta ridículo, pero siempre, o casi siempre, termina siendo eficaz y justificado.

Rubén Boggi

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