Animémonos y vayan

27 noviembre, 2018
Animémonos y vayan
migración
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(Especial por Jorge Gorostiza) El fin de semana dejó dos hechos tan llamativos como distantes geográficamente aunque, tal vez, analizables desde una perspectiva común.

El sábado, varios centenares de migrantes intentaron asaltar el muro que separa México de EEUU. Luego, tres pequeñas embarcaciones de combate ucranianas intentaron penetrar en el espacio marítimo controlado por Rusia.

Unas 500 personas rebasaron el cerco policial en Tijuana, avanzando hacia San Diego. Del lado americano los recibieron con una andanada de gases lacrimógenos que puso de inmediato en fuga hasta a los más decididos.

Luego del hecho, la administración Trump cerró el paso fronterizo que articula la vida de miles de familias de uno y otro lado del muro. Algo muy parecido a lo que sucede aquí con los puentes entre Cipolletti y Neuquén.

La suspensión fue acordada con las autoridades mexicanas quienes se comprometieron a sostener el acampe de migrantes (en su mayoría hondureños) hasta tanto los mismos inicien los trámites de visa para ingresar al gran país del Norte.

La caravana es un conjunto poco articulado de más de siete mil desesperados (una tercera parte niños y niñas) que huyen de la violencia y ven en EEUU su única esperanza.

A lo largo de una caminata de miles de kilómetros, el grupo ha recogido la solidaridad de la población civil y del presidente electo de México, Manuel López Obrador… Y casi nada más.

Ni el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ni la influyente Iglesia Católica en Centroamérica han asumido abiertamente la defensa de personas tan vulnerables.

En 1968, la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, realizada en Medellín, Colombia, redactó un documento que consagra la opción preferencial por los pobres de la Iglesia en el continente.

En 1979, la siguiente conferencia episcopal, reunida en Puebla (México), sostuvo y especificó ese posicionamiento a favor de los pobres. Que se sepa, ningún documento posterior desacreditó esa definición eclesial.

Más aún, la elección de Jorge Bergoglio como obispo de Roma supuso, para algunos sectores, una confirmación de esas líneas pastorales de compromiso social con los excluidos.

A contrapelo de esos postulados, la caravana de migrantes ha llegado hasta donde pudo librada principalmente a su propia suerte y fortaleza. O no tanto…

Informes desde los propios campamentos de migrantes, revelan la presencia de informantes infiltrados al servicio de la inteligencia norteamericana.

Tal vez eso explique el conato de vulnerar una de las fronteras mejor vigiladas del planeta. Vallas de 6 metros de alto, alambradas de púas, francotiradores de élite, perros entrenados, patrullas rangers, policías locales y, ahora también, las propias fuerzas armadas de la  primera potencia militar con autorización para usar fuerza letal.

Sucede que el fallido intento de los migrantes es, sin dudas, funcional al discurso del presidente Trump quien viene acusando a la caravana de ser una invasión. Una parte importante de la ciudadanía del país cree que tales desesperados son una verdadera amenaza.

El domingo, del otro lado del Atlántico, 6 marinos ucranianos resultaron heridos por la armada rusa en el estratégico estrecho de Kerch. Desde 20014, Ucrania y Rusia sostienen una disputa territorial por la península de Crimea.

Las versiones oficiales de ambas naciones difieren en ciertos aspectos pero no en lo central: 3 naves de combate ucranianas recibieron disparos provenientes de guardacostas rusos. Las embarcaciones ucranianas y su tripulación permaneces retenidas en el puerto de Sebastopol.

Como consecuencia de estos hechos, el gobierno de Kiev ha decretado la ley marcial mientras que Moscú ha convocado a una reunión urgente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La OTAN calificó de injustificado el uso de la fuerza por parte de Moscú.

Durante octubre, la OTAN realizó en Noruega la Operación Tridente Conjunto, el mayor ejercicio militar desde el fin de la Guerra Fría. Expertos en defensa definieron las maniobras como un ensayo conjunto ante la hipótesis de una agresión rusa en territorio europeo.

Al igual que el intento de los migrantes, el incidente en el Mar de Azov difícilmente sea producto de la casualidad. Esa parte del mundo también es objeto de extrema vigilancia.

A partir del derrocamiento del presidente Yanukovich en febrero de 2014, la comunidad de la península de Crimea, mayoritariamente rusoparlante, convocó un referéndum para abandonar Ucrania e incorporarse a Rusia. La escisión fue fogoneada por Moscú sin ningún disimulo.

Vladimir Putin movilizó de inmediato tropas para tomar el control de la región que, durante más de tres siglos, había sido parte de Rusia pero que, en 1954, fue “regalada” por el entonces presidente de la URSS, Nikita Kruschev, a Ucrania.

El sitio especializado Global Affairs, dependiente de la Universidad de Navarra, considera que Rusia no buscará el permiso de nadie a fin de consolidar sus intereses nacionales y los de su pueblo.

El despliegue de un nuevo sistema de defensa en Crimea forma parte en un programa de rearme estratégico que incluye la actualización de radares, la modernización de la flota de guerra y el despliegue de aviones de combate.

Así las cosas, resulta inverosímil que tres lanchas artilladas de Ucrania intentasen siquiera acercarse al sistema de defensa instalado en la denominada Zona Militar A2/AD, puerta de entrada al Mar Negro.

Bajo la consigna “Animémonos y vayan”, las agencias de inteligencia son expertas en convencer a terceros para que desarrollen acciones que resultan convenientes a sus intereses. Esto bien podría estar sucediendo tanto en la frontera Sur de los EEUU como en Crimea.

Sea como sea, los líderes de las principales naciones tendrán que verse las caras esta misma semana en Buenos Aires. Bush viene imponiendo sus condiciones a Peña Nieto, una y otra vez. Putin es, en cambio, un contendiente de fuste para la Unión Europea.

En 1992, luego de la implosión del bloque soviético, Francis Fukuyama expuso su teoría acerca del fin de la historia. A juzgar por los hechos de los que somos testigos bien podríamos pensar que esto apenas comienza.

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