Si gana la delincuencia, pierde la democracia

24 enero, 2013
Si gana la delincuencia, pierde la democracia

Hay realidades que persisten en existir más allá de los gestos, las buenas intenciones, y los afanes por mejorar calidades de vida que –dicen- deben distinguir a los buenos políticos.

Está, por ejemplo, la realidad del barrio Confluencia. Que no es una sola realidad, que no puede leerse en función de algunos hechos solamente, que no puede aislarse del resto de la sociedad de la capital neuquina…pero que evidentemente tiene una singularidad tan grave como preocupante.

En la última batalla campal entre patotas juveniles armadas y la policía, quedaron resultados muy concretos, propios de una guerra que no termina. Nueve motos de la policía quedaron destruidas por el fuego de las molotov. Varios patrulleros averiados, con sus cristales destrozados. Varios vecinos fueron asaltados por la patota de los rostros cubiertos, que había cortado en la noche la calle El Chocón.

El barrio Confluencia fue una vez más, durante muchas horas, una tierra de nadie, es decir, una tierra en donde el Estado pierde la tutoría de los derechos ciudadanos, y estos quedan librados a una desigual pelea cuerpo a cuerpo, en una cuestión donde siempre gana el más fuerte.

Lo que sucede allí también ocurre cada tanto en otros barrios capitalinos. Ha ocurrido en el barrio Ciudad Industrial. Muchas veces en sectores del barrio San Lorenzo.

Pero no se trata de hacer un “mapa del crimen”, ni mucho menos, de estigmatizar barrios. No se trata tampoco de diluir el problema en una gigantesca confusión de teorías sociales, en una inexpugnable telaraña de factores, en un cóctel indigerible que mezcla exclusiones y marginalidades con avivadas delincuenciales recurrentes.

Se trata de demostrar que el Estado, definitivamente, el Estado democrático, es el más fuerte.

Y que si gana la delincuencia, es porque pierde la democracia.

Te puede interesar
Últimas noticias