La familia acribillada y el país que nos duele a todos

17 febrero, 2020
La familia acribillada y el país que nos duele a todos
triple crimen rosario
triple crimen rosario

El matrimonio con
su hija de un año iba en moto, cuando desde las sombras una ráfaga de balas se los llevó directo a ese lugar inapelable del que
no se vuelve, la muerte
. Junto con esas tres vidas, comenzó a desvanecerse,
tal vez para siempre, esa idea de país
pacífico en el que nos empeñamos en creer los argentinos.
Ese país parece
que ya no existe, y ha dejado paso a un
territorio acosado por el narcotráfico, la corrupción y la violencia
.

Cristopher Nahuel Albornoz, Florencia Naomí
Corvalán, y la hija de un año de ambos, Cheis Albornoz,
quedaron heridos de muerte tirados en una
de las calles de un barrio de Rosario, el domingo, cuando comenzaba la noche. Los vecinos escucharon los tiros, los
gritos, vieron cuerpos agitándose en el último estertor, una moto caída, y poco
más
. Rosario es territorio narco, aunque a los argentinos nos duela: van 38 crímenes letales este año, y recién
estamos al día 17 de febrero.

Cheis Albornoz
sólo vivió un año, y nunca pudo alcanzar a saber de qué se trata el
narcotráfico, las venganzas, las cuentas pendientes. Llegó muerta, el pequeño cuerpo deshecho, al Hospital de Niños Zona
Norte
. Tenía un balazo debajo de la
oreja izquierda, otro bajo el brazo del mismo lado, y un tercero directo en el
mentón.
Su padre estaba acribillado; y su madre tenía ocho impactos de bala
en el tórax.

Ahora, los
investigadores dicen que el crimen seguramente
tenga que ver con una venganza propia del narcotráfico, porque Cristopher
Nahuel es hijo de “Caracú” Albornoz, actualmente preso por cocinar y expender
drogas mediante un pequeño ejército de soldaditos rosarinos
. Su banda fue
desbaratada en abril del año pasado, después de 15 allanamientos. “Caracú”
recibió en la cárcel la noticia de la muerte a tiros de su hijo, su nuera y su
nieta, y tal vez haya pensado que todo
había sido una gran equivocación, un error fatal del que no hay retorno alguno.

Nosotros, quienes
vivimos en la Patagonia norte, vemos cómo crece el narcotráfico, y cómo ha
comenzado a traducirse su presencia en
crímenes que, eventualmente, también se cobran la vida de niños inocentes
.
En Neuquén, en Río Negro, ha habido ya ejemplos de esta grave y tremenda
evidencia real. Lo de Rosario no nos
queda tan lejos, aunque todavía hay tiempo para frenar ese crecimiento hacia la
muerte y el desamparo.

No perdamos tiempo en discusiones banales. No puede haber distracción en el país que se entrega, lenta pero inexorable, a la mafia que más poder tiene actualmente en el mundo.

Rubén Boggi

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