La noche cuando estuve con Sabina y Paula, la de Dieguitos y Mafaldas

13 febrero, 2020
La noche cuando estuve con Sabina y Paula, la de Dieguitos y Mafaldas
paula y sabina
paula y sabina

Especial por Hilda López. Hoy está "estable" de su operación
cerebral, Joaquín Sabina. Como siempre le ocurrió: algo de provocación tiene su
presencia en los escenarios del mundo, y cuando se trata de Madrid, con más razón:
hay registros de problemas de salud cada vez que le toca actuar en la capital
española.

Se cayó del
escenario en pleno recital cuando actuaba junto a Joan Manuel Serrat.
Inmediatamente repuesto del golpe, se hizo presente en el escenario al borde de
una silla de ruedas empujada por el propio Serrat. Habló, se disculpó, cerró el
recital y prometió volver en mayo.

Sin embargo, será una promesa difícil de cumplir, al menos en fecha tan exacta, ya que fue operado de una hemorragia intracraneana, lo que significa una cuestión (al menos) delicada.

Recuerdo a
Joaquín en una noche única en mi vida y la comparto: Cercano al inicio del año
2000 y viviendo temporariamente en Buenos Aires, visitaba con frecuencia el Bar
del Chino en el barrio de Pompeya. Ese lugar (perpetuado en un documental) era
pequeño y poblado de gente que llegaba de todos los lugares para ver y escuchar
al Chino, viejo comandante de la noche, y de una mujer que cantaba
maravillosamente con el nombre de La Calandria, vecina del barrio.

Ese sábado llegué
con mi hijo y un par de amigos. Allí estaba Juan Carlos Baglietto con la que
era entonces su esposa Jorgela, un hermano de ella, Adrián Abonizzio,y Joaquín
Sabina acompañado por una jovencita de cara lavada.

Nos saludamos
expresivamente con mi amigo Baglietto y el tano y me presentó a Sabina.

Entre muchas
voces, vinos, brindis, se fueron algunos y otros quedamos. La noche avanzaba
sin apuro y Sabina ya se encontraba sentado en el centro del lugar en un
incómodo banco, a mi lado. Acompañaba con la guitarra a todo aquel que quisiera
cantar, sin buscar oportunidad para su esperado y descontado lucimiento. Estaba
entre amigos y en eso él era un maestro.

Yo le alcanzaba
los vasos de wisky que el Chino me acercaba. En mi papel de camarera o moza,
estaba feliz. Un poco más atrás y en un banco compartido, estaba esa jovencita
llamada Paula. gasté algunas bromas con Sabina relacionada con la diferencia de
edad que se observaba a simple vista. El respondió: "pregúntale a ella, si
le importa". Reímos y claro, no le importaba: era la inspiradora de su
tema "Dieguitos y Mafalda", la que lo convirtió en un fanático
boquense.

Era delgada, con
cabello suelto y cara limpia, una piba como muchas, pero única para Joaquín
enamorado. Nos quedamos hasta que se cerró el boliche. Nos dijimos chau y hasta
pronto. Paula sonrió tímidamente y partieron abrazados.

A Joaquín lo
encontré y estoy con él en cada canción que admiro y disfruto. La historia
tiene su vuelta: Paula es contadora, tiene dos hijos y estuvo en la lista de
candidatos para la conducción de Boca. Mientras tanto Sabina, lucha por
sobrevivir (una vez más), y seguir trepando los sueños que cantan. Así la vida.

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