El pozo de la verguenza

15 octubre, 2019
El pozo de la verguenza
ruta hundida
ruta hundida

El EPAS pasó un caño. Vialidad hizo una traza. Concesionó la
obra. Una UTE de empresas privadas la hizo. La ruta fue inaugurada, sin
terminar. Vino el ministro de Transporte. Anunció que ya se terminaba lo que
había empezado en 2006, ahora, en 2019. Pasó un auto. La ruta se tragó el auto.
Fueron los bomberos. La policía. Cortaron el tránsito. El EPAS dijo que era un
caño impulsor. Que la presión ejercida lo rompió. Que le había avisado a
Vialidad Nacional que por ahí pasaba un caño. Que los ingenieros de Vialidad
son los que hacen los cálculos al respecto. La noticia del auto que fue tragado
por una ruta que estaba por inaugurarse definitivamente llegó a Buenos Aires y
empezó a salir en todos los portales, en los canales de televisión y en los
memes de la campaña electoral. Todos se pusieron a trabajar en remediar el
asunto, pero ahora se tardará no menos de 10 días. La gente ya no sabe si pasar
con el auto o en punta de pie por las rutas de las bardas. A todos nos da un
poco de vergüenza ajena. ¿Quién tiene la culpa? Pregunta alguien. El gran bonete.
El FMI. El imperio del mal. El felino pierdepasos. Los que vienen que no hicieron
la obra antes de los que se van. ¿Importa? La verdad, ya no sabemos. Muchas
cosas podrán caerse, pensamos, haciéndonos los que sabemos todo. Nunca se caen
para el lado de los que joden al pueblo. Siempre es un pedazo de pueblo el que
se cae en el pozo.

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