TV mapuche, hierros calientes y MPN liberal

9 noviembre, 2015
TV mapuche, hierros calientes y MPN liberal

[caption id="attachment_41748" align="alignleft" width="272"]Los mapuches de la TV protestaron en el Afsca. Los mapuches de la TV protestaron en el Afsca.[/caption]

El momento tan singular en lo político que se vive en Argentina, se corresponde con situaciones también novedosas en todos los ámbitos. Es como si la singularidad se extendiera en todos los estamentos sociales, e inundara a los medios de difusión con hechos llamativos. Veamos algunos:

Fue muy comentada la protesta de los trabajadores de la primer canal de TV mapuche creado en Bariloche a partir de la “Ley de Medios”, en 2012. Los laburantes del Wall Kintun ocuparon la sede del canal en un simple reclamo por recursos económicos. Es que el único programa local que se hacía, el noticiero, se dejó de hacer por falta de fondos. Al final, los trabajadores decidieron ocupar las oficinas de la Afsca,  hasta que el presidente del organismo, Martín Sabbatella, los reciba y eventualmente dé una respuesta a sus demandas. Es que las leyes suelen inaugurar posibilidades para ejercer derechos, pero también es necesario hacer las cosas bien desde la economía, para que ese ejercicio de derechos sea perdurable. Sino, se queda todo en las buenas intenciones, o, lo que es peor, en la demostración de la incapacidad de hacer algo sin recibir el constante auxilio de un Estado sobreprotector. De eso, los medios de comunicación saben bastante, y es posible que lo ocurrido tempranamente en el canal mapuche de Bariloche ocurra con otros medios más grandes, que han dependido en estos últimos años casi exclusivamente de la generosa pauta oficialista.

También se comentó con elocuencia dispar el suceso ocurrido en el club Santafecino de la capital neuquina, donde un pibe de 14 años fue marcado a fuego en un glúteo con un hierro candente, como supuesta “gracia” de un rito de iniciación incomprensible. La policía detuvo a los “marcadores”, y después hubo un escarceo ya en sede policial con un efectivo, que recriminó la conducta del instructor iniciador, en duros términos, hasta que terminaron a las piñas, con saldo a favor del efectivo policial y en desmedro del agresor aficionado al fuego, según las fuentes que informaron de este hecho el domingo. Lo cierto es que el instructor, con prisión preventiva dispuesta por la Justicia (un mes), hizo a su vez la denuncia por el maltrato policial, y esto comenzó a inundar de títulos ampulosos a alguna prensa, que no dudó enseguida de hablar de “tortura policial”. El efectivo policial, mientras todo sucedía este lunes en los medios, ya había sido separado de su cargo, sumario de por medio. ¿Una noticia tapa a la otra? Los dos hechos son distintos y cada uno merece un castigo diferenciado, sin duda.

La campaña política discurre entre la caricatura del miedo y el frenesí exagerado por victorias que todavía no han sucedido, pero lo notable es el fervor que le ha nacido a algunos dirigentes medio pelo del MPN por la figura de Mauricio Macri. Están muy entusiasmados organizando la concurrencia al acto que se hará en el gimnasio del Parque Central este martes. “Somos macristas desde la primera hora” aducen muchos, entre la sorna y la sinceridad. Pocos recuerdan la historia de relación entre Macri y el MPN, que naciera allí por 2006-2007, cuando la proyección nacional que ensayó Jorge Sobisch. Entonces, Macri vino a la provincia invitado por el entonces gobernador, y había entusiasmo por esa sociedad con el porteño, que se rompió cuando se produjo el asesinato de Carlos Fuentealba, en medio del desalojo del bloque de ruta dispuesto por el gremio docente ATEN en Arroyito. Macri hizo mutis por el foro discretamente y no le atendió más el teléfono a Sobisch, tal vez convencido de la inconveniencia de aparecer escrachado en vinculación aunque sea lejana con un hecho que tuvo una enorme repercusión negativa en la sociedad. Ahora, en este 2015 decisivo, aquella historia resultó convenientemente olvidada, y para algunos dirigentes del MPN, Macri es Gardel, Lepera y la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires, una promesa para renacer de algunas coyunturales cenizas.

 

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