Tránsito: es imperioso ponerles freno a los asesinos

Tránsito: es imperioso ponerles freno a los asesinos

Los irresponsables al volante ya son plaga. Y, lamentablemente, la multiplicidad de casos no permite aventurar una solución (en tiempo razonable) a esta pesadilla con la que (a fuerza de resoluciones difíciles de argumentar) contribuyen ciertos funcionarios de la Justicia. Se lo padece a lo largo y ancho del país.

Uno de los casos que indignan por estas horas es el de una asesina de 20 años identificada como Felicitas Alvite, que atropelló y mató a un motociclista de 35 años mientras conducía un VW Gol a exceso de velocidad y sin respetar las luces de los semáforos. Las cámaras de seguridad acreditaron que, al parecer, corría una picada.

En un primer momento a la mujer, que ahora quedó detenida, no le hicieron el test de alcoholemia y le endilgaron homicidio culposo. Pero luego (ante las evidencias y la presión social) la calificación del delito mutó a homicidio simple con dolo eventual.

El crimen lo perpetró el 12 de abril, en La Plata y la excusa de los abogados de esta mujer fue que seguía a un auto que le marcaba el camino porque al ser de City Bell no conoce la capital bonaerense. Aceptar que no conoce La Plata porque es de City Bell es como admitir que alguien no conoce Neuquén porque es de Santa Genoveva. El argumento de la defensa es una descarada mentira.

La mujer dice ser una TikToker (en realidad lo era hasta el día del homicidio) y se hacía llamar La Toretto, en referencia al personaje de la saga Rápido y Furioso. Se entregó el jueves último y recién desde entonces está donde tiene que estar: presa.

El video del impacto contra la moto es escalofriante. En paralelo, otro video generó indignación, aquí en la región. Las cámaras dejaron ver cómo, en pleno centro de Cipolletti, un sujeto se desentendió del semáforo en rojo, atropelló a un estudiante y se dio a la fuga. Todo un cobarde. Un canalla que, muy a pesar de su conducta anti jurídica y anti moral, no pasó ni un día preso.

El fiscal del caso no requirió ni la formulación de cargos ni la prisión preventiva. Actuó como si nada hubiera ocurrido. El siniestro sobrevino el 26 de abril, justo después de las 8:20, en el cruce de Mengelle y Fernández Oro. Un testigo dijo que lo levantó literalmente por el aire y cayó contra el asfalto. Nadie está exento de los potenciales asesinos al volante, pero estos no escarmientan. Y hay funcionarios judiciales que no los hacen escarmentar.

Hace apenas unos pocos meses, a mediados de enero, un caso conmocionó a la localidad neuquina de Centenario. En una actitud plena de cobardía y desapego por las responsabilidades que debe tener cualquier persona de bien, un sujeto atropelló y dejó abandonado a un joven de 21 años. El hecho de haberlo abandonado lo convirtió en delincuente.

El siniestro ocurrió alrededor de las 6:30, en la esquina de Ingeniero Ballester y Paimún, en el Casco Viejo de la ciudad. El auto era un Volkswagen Bora de color gris y vidrios polarizados. La víctima fue trasladada al Hospital Castro Rendón, debido a la gravedad de sus heridas.

La desidia es una penosa constante. Y hay casos extremos como el de una mujer que, en un intento de fuga, atropelló a un inspector de Tránsito en Neuquén y (desde entonces) continuó cometiendo infracciones pese a que le quitaron la licencia de conducir.

En un operativo reciente, que se realizó un domingo a la noche, inspectores volvieron a topare con esta mujer que había atropellado a uno de sus compañeros, en septiembre último. Lejos de recapacitar, pasó un semáforo en rojo y, cuando fue abordada por el personal municipal, tenía alcoholemia positiva. Es decir, la infractora estaba borracha.

Lamentablemente, las perspectivas no son buenas. Nada permite aventurar una toma de conciencia o una respuesta favorable a las recomendaciones que (desde hace literalmente décadas) se repiten hasta el hartazgo. Es más, la situación empeoró no sólo producto del estrés generalizado, sino también de la creciente legión de irresponsables que usan sus teléfonos celulares mientras conducen.

Quizá sea hora de comenzar a evaluar la implementación de sanciones más firmes, de endurecer las penas o de hacer que aquellos que tienen la obligación de hacer respetar la ley lo hagan. Lo que está en juego no es otra cosa que la vida.

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