Un poco de justicia para el sufrido Nahuel Huapi

Frigerio llegó envuelto por el viento al aeropuerto Juan Domingo Perón. Allí lo esperaban los gobernadores Omar Gutiérrez y Alberto Weretilneck. También el intendente de Cipolletti, Aníbal Tortoriello.

Frigerio pasó primero por esa ciudad en su rápido e intenso periplo, para inaugurar viviendas. Después, con los gobernadores, se fue a Bariloche. El ascenso y descenso de aviones tuvo en esa parada un tema fundamental, casi siempre esquivado: el del saneamiento del lago Nahuel Huapi.

El lago más emblemático del sur argentino está, efectivamente, bastante complicado, por el incesante vuelco de desechos cloacales, perpetrado principalmente por Bariloche, y también por Villa la Angostura, en menor proporción. El gobierno, después de las visitas de Mauricio Macri, Barack Obama y hasta de la reina de Holanda, Máxima Zorreguieta, supo que la situación no podía ni debía seguir ocultándose bajo capas de desidia.

Así, invertirá ahora unos 770 millones de pesos. La mayor parte irá a Bariloche, para llegar al 80 por ciento la “cobertura” sanitaria. Este dato, frío, ilustra sobre el tamaño del estropicio ya cometido. En Villa la Angostura (segunda planta que se instalará en pocos años) se cubrirá, al cabo de la obra, el total de la red cloacal, que llegará ya depurada al lago.

Es un paso importante que dan los gobernadores, acompañados por esa especie de padrino bueno que simboliza desde el gobierno nacional Rogelio Frigerio. Falta todavía, pero es un paso adelante.