Celebración y tragedia, una asociación argentina

12 marzo, 2017
Celebración y tragedia, una asociación argentina
indio solari
indio solari

La música no es una religión, sino un arte. Puede oficiar de religión sustituta, a falta de otra fe. Y provocar bondades y maldades, tal como la religión hizo, hace y hará en esta humanidad afligida.

El dinero no es una religión, sino una pieza de intercambio. Puede oficiar de religión sustituta, a falta de otra fe, o complementando otra fe, o incluso sentando las bases materiales para la expansión de una fe.

El indio Solari no es un profeta, ni el obispo de una creencia. No es un chamán, no es un werkén, ni un líder consagrado a difundir ideas o transformar realidades. Es un músico y autor de larga trayectoria, el único en Argentina que ha generado un fenómeno conocido como “la misa ricotera”, esporádicas apariciones que motivan la presencia física de centenares de miles de seguidores.

Lo siguen, en rasgos generales, porque les gusta su música, y también algunas de sus ideas, y también lo que supuestamente representa.

Hay debate con esto, que se observa en las redes sociales después de lo ocurrido en Olavarría con el último recital, el del sábado. Hubo muertos, y heridos. Un resultado no deseado pero concreto de un mega-recital en el que hubo, según se estima, alrededor de 300 mil personas, que acudieron al predio dispuesto por el intendente de una ciudad que tiene 120 mil habitantes.

Ese resultado trágico, repercutió en una sociedad malhumorada y con tendencia hacia la crispación. Se metió en la realidad política de un año electoral. La repercusión ha sido tan fuerte, que hasta el presidente, Mauricio Macri, habló del tema. Dijo que esto (la muerte) puede pasar cada vez que no se respetan las reglas. Sólo una interpretación de las muchas posibles, a tono con la ideología simplona del jefe del Ejecutivo.

El intendente de Olavarría, que alentó el recital, es un abogado de 36 años, se llama Ezequiel Galli, y llegó al gobierno de la ciudad con Cambiemos. Ahora tiene su propio drama, sobre todo porque administra una comuna que fue la misma que –en 1997, con el gobierno de Helios Eseverri- prohibió realizar la “misa”.

Los Eseverry protagonizaron una larga hegemonía política de más de 20 años en Olavarría. Galli la cortó, y el desafío de la “misa” formó parte incluso de sus propuestas electorales. Todo en el altar de la libertad, de los cambios, de las mejoras, y de todo aquello que fácilmente se declama y después difícilmente se cumple.

A Solari estaba previsto que le tomara declaración como testigo de los sucesos la fiscal Susana Alonso. El músico detuvo el recital al menos tres veces ante la evidencia que había situaciones complicadas para la salud de los asistentes. Imaginemos una masa de 300 mil personas amontonadas contra un escenario. El riesgo es muy alto.

¿Es un tema para la filosofía lo que pasó? Difícilmente. ¿Para la política? El tema pasará sin mayores incidencias. ¿Para el arte y la libertad de los artistas? Es un tema del que puede hablarse mil años, sin conclusiones posibles.

Las tragedias no se explican, apenas si se lamentan. Habría que preguntarse, en Argentina, por qué las tragedias suelen asociarse a la celebración, a la fiesta, a la alegría.

Rubén Boggi

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