El asesinato de Fernando y las lágrimas de Thomsen

El asesinato de Fernando y las lágrimas de Thomsen

Las pruebas lo acorralan. No hay dudas razonables de que Máximo Thomsen es uno de los homicidas que terminaron con la vida de Fernando Báez Sosa, a quien atacaron cobardemente durante una penosa madrugada en Gesell, de la que en apenas un par días se cumplirán tres años. Tan acorralado está que, este lunes, hasta reconoció que la zapatilla manchada con sangre es suya.

Thomsen, sindicado como el presunto cabecilla de una patota de rugbiers a la que la fiscalía y la querella le endilgan premeditación y alevosía (en procura de condenas a prisión perpetua) está ahí, en ese banquillo de los acusados al que mira el país entero. Y, esta tarde, lloró. Al parecer no por la víctima, sino por él y su inminente futuro de continuidad tras las rejas. El abogado de los padres de la víctima, Fernando Burlando, no advirtió sinceridad ni arrepentimiento en los dichos del reo, que descargó una serie de postulados que no se condicen con lo que muestran los videos.

“Jamás tuve intenciones de matar”, dijo el máximo sospechoso y negó haber sido el líder de la golpiza mortal. Thomsen habló ante el Tribunal de Dolores, luego de que lo hiciera su madre; y lo hizo para decir que fue una pelea, que ocurrió “en un abrir y cerrar de ojos”. Probado está -en esta instancia- que la víctima ni siquiera tuvo oportunidad de defenderse. La madre señaló a Burlando como el responsable de sus males (dijo que transita por una enfermedad) y su hijo se negó a contestar las preguntas del abogado.

“No me siento cómodo respondiéndole preguntas a una persona que me insultó mucho a mí, a mi mamá. Dijo muchas barbaridades sobre mi persona y no me siento cómodo”, dijo Thomsen, luego de que Burlando le preguntara por qué se cambió la ropa tras el homicidio. En cambio, sí le respondió al fiscal, quien le preguntó si había observado alguna reacción en Báez Sosa, cuando ya estaba tendido en el piso, y dijo lo siguiente: “En ese momento no miré, no sé, miré para arriba”.

Sí habló de las escenas que lo tienen a él y al resto de los acusados de homicidio tirados en el piso, una vez que la policía irrumpió en la vivienda que alquilaban, en esa localidad de la costa atlántica bonaerense. “Cuando estábamos todos en el piso, nos dicen ¿Ustedes saben por qué están acá? Ustedes mataron a un pibe. Ahí recuerdo que me empezó a dar vuelta la cabeza, empecé a vomitar, me empecé a sentir muy mal. No lo creía hasta el otro día. Mi cabeza no lo podía procesar porque no lo entendía”, espetó.

Mientras que sobre el ataque mortal, esta fue la versión que esgrimió el sospechoso del brutal homicidio que conmueve al país: “Siento que alguien me pone la mano en el pecho, me doy vuelta pensando que me iba a pegar y era un amigo, me dice basta. Miré para el costado y nadie estaba pegando, me vuelvo a dar vuelta a ver si veo a todos mis amigos y me voy yendo (…) Cuando llegan los demás comenzaron a comentar la pelea. Otro de los chicos dice creo que terminó mal y yo digo no, cómo, si fueron segundos. Para mí había sido una pelea, fue un abrir y cerrar de ojos”.

En un momento hasta dijo que fue él quien recibió una agresión. “Me pegaron una piña en la cara y me defendí tirando patadas, pero jamás con la intención de matar a alguien”, dijo Thomsen llorando. “Veo que uno de mis amigos se estaba por meter en una ronda de gente desconocida. Salgo corriendo detrás de él y digo se van a pelear. Y me pegan una piña en la cara. Lo primero que hago es defenderme tirando patadas. Pero jamás en la vida con la intención de matar a alguien” agregó.

Burlando no le cree. “No se atreven ni a justificar o decir lo que hicieron”, dijo y los llamó cobardes tanto a Thomsen como a los siete cómplices que también están en el banquillo.

Es de esperar que el juicio y la inminente condena sirvan para traer la calma a las noches y madrugadas del país todo que, a tres años del homicidio de Fernando, siguen siendo tan penosa y lamentablemente violentas como desde hace ya varios años. 

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