Entre tanta crispación, el MPN mostró una foto

En medio de las concentraciones a favor de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK) y del ensanchamiento de la grieta, el Movimiento Popular Neuquino (MPN) mostró una postal que quizá no debería pasarse por alto, en virtud del ingreso de este partido a una nueva cuenta regresiva en materia de definiciones.
La instantánea -que se tomó el último viernes- lo muestra a Omar Gutiérrez muy sonriente, en lo que parece ser el corolario de una charla distendida con Guillermo Pereyra. Fue el propio gobernador quien la difundió en sus redes, junto con el siguiente texto: “Reunido con el compañero y amigo Guillermo Pereyra. Trabajando para fortalecer el desarrollo de la provincia del Neuquén y de nuestro querido MPN. Gracias por recibirme en la sede del Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Río Negro, Neuquén y La Pampa”.
El viernes 9 de septiembre, Gutiérrez iniciará un nuevo período en la presidencia del MPN y es muy probable que ese mismo día anuncie la fecha de la interna por las candidaturas a gobernador, diputados provinciales, jefes comunales y concejales, sobre la que -en rigor de verdad- se especula desde hace ya varias semanas. Se dice que serán el 6 o el 13 de noviembre; es decir, el primer o segundo domingo de ese mes.
Hasta ahora hay dos precandidatos a gobernador: el vicegobernador Marcos Koopmann (Azul) y el diputado nacional Rolando Figueroa (Violeta); y no se sabe cómo jugará la agrupación Azul y Blanca, que conducen Pereyra y el secretario general del sindicato Petrolero, Marcelo Rucci. Es precisamente por eso y por la gravitación que puede tener una hipotética alianza de los petroleros con la Azul o con la Violeta, que aquella foto fue muy comentada hacia el interior del partido.
En un principio el sector Azul y Blanco había insinuado la precandidatura de Rucci a la gobernación, pero luego esa posibilidad se fue diluyendo para transformarse en lo que luego expusieron como la construcción de un programa o plataforma.
¿Es contundente esa foto? No, para nada. Pero muestra diálogo interno en medio del incremento de la crispación nacional, que concentró (y concentra) las miradas del país allá, en el coqueto barrio porteño de Recoleta.