Murió Oyarbide, testigo y protagonista de los enredos políticos de la Justicia
El ex juez federal Norberto Oyarbide murió esta noche, de miércoles, primer día de septiembre. Estaba internado desde hacía dos meses. Se había contagiado coronavirus y nunca se recuperó de los efectos de la enfermedad pandémica. Oyarbide, siempre excéntrico, siempre diferenciado, murió como uno más, un simple plebeyo de una sociedad argentina curtida en la simulación y el engaño.
Por él pasaron las causas de corrupción más gruesas de la historia argentina de los últimos 30 años. Dos veces estuvo expuesto a juicios políticos. Una vez zafó, la otra renunció para zafar. El ex juez vivió con la mirada enfocada en el goce y en el "buen vivir" más propios de otras décadas, menos desgraciadas, de este país al sur de la desgracia, cuando alguna clases de argentinos se sumergía en la celebración permanente de "tirar manteca al techo". Protagonizó escándalos dentro y fuera de los juzgados. No fue el único, pero sí, tal vez, el más destacado.
La muerte de Oyarbide, ocurrida en plena campaña electoral, servirá inexorablemente, en el contexto, para que se hagan trazos gruesos, grotescos, sobre la realidad argentina. Ni tanto, ni tan poco. Alguna vez tendremos la certeza acerca de quiénes han sido los culpables, y quiénes los inocentes. Mientras tanto, conviene la mesura.
Rubén Boggi
