La rebelión en Formosa, o El Aleph del país atormentado
Jorge Luis Borges imaginó un punto en el Espacio donde convergía todo el universo. Lo llamó El Aleph, y se ubicaba en el sótano de una casona de Buenos Aires. Ahora, nuestro Aleph se ha mudado, desde los fatigados laberintos porteños, al desamparo de la pobreza en Formosa. Allí parece concentrarse toda la política argentina. Hoy, viernes 5 de marzo de 2021, el afán mediático se congregó alrededor de ese distrito paradigmático, gobernado desde hace muchos años por un señor llamado Gildo Insfrán.
Hubo una rebelión en Formosa este viernes. Un sector de la población, liderado por indignados comerciantes, motivados por el retorno a la "fase uno" de cuarentena por la pandemia de coronavirus. La peste ha esquivado a Formosa, es la provincia con menor cantidad de casos y de muertes por Coronavirus. Pero, lo que se discute, es a qué costo y de qué manera ha logrado esa sorprendente estadística sanitaria.
El gobernador Insfrán mandó a las fuerzas policiales a la calle apenas se constató la insubordinación ciudadana. Hubo gases lacrimógenos, abundancia de balazos de postas de goma, palos, piedras, violencia a niveles muy creativos. La cobertura periodística se abalanzó sobre esa realidad conflictiva, con hambre de adjetivos. Los soldados mediáticos condenaron, con juicio sumarísimo, la dictadura formoseña, mientras, del otro lado del espejo, se condenaba a los medios hegemónicos y se defendía, a medias, porque no hay mucho convencimiento al respecto, al vitalicio gobernador de la provincia.
El país, que le da contexto al descalabro de El Aleph del siglo 21, se parece cada vez más a una tragicomedia. Con la peste sin resolver, las vacunas sin aplicar por carencia de dosis, la economía sumida en el desconcierto, y sus gobernantes entrando sin complejos en un abierto enfrentamiento entre poderes de la República.
El Aleph ha dejado el sótano, para pasearse por la superficie.
Rubén Boggi
