La hora de los conflictos, con el Vacunagate de fondo

21 febrero, 2021
La hora de los conflictos, con el Vacunagate de fondo
vacunagate
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El triste año de la pandemia comienza a cerrar su ciclo con un escándalo político, que resonó con fuerza desde Buenos Aires, pero tiene remezones en todo el país. El Vacunagate confirma una casi certeza de que existió un amparo hacia privilegiados cercanos al poder, para vacunarse antes que los demás. El hecho, simple, es de esos que impacta en la sensibilidad de la gente. Es un hecho que atraviesa todas las estructuras partidarias, pero que daña fundamentalmente la credibilidad del gobierno de Alberto Fernández. Sin eufemismos, hay que decir que es el suceso no político con mayor efecto político desde el comienzo de la gestión.

El terremoto se siente también en Neuquén, sin que haya en esta provincia denuncias respecto de un trato diferenciado con las pocas dosis de vacuna que hasta ahora han llegado. Resuena, para el oficialismo del MPN, como un hecho de contraste de esos que sabe aprovechar. En las últimas horas comenzó el Estado a vacunar de manera masiva a las personas de mayores edades. Fueron 730 dosis aplicadas con una velocidad sorprendente. Se llevó la vacuna a geriátricos, y el gobierno, sin decir una palabra de Ginés González García ni del escándalo, reafirmó con hechos y palabras que el operativo vacunación en Neuquén se toma como una cosa muy seria, una acción de gobierno a la que se le ha dado prioridad. El gobierno de Omar Gutiérrez, que enfrenta los inexorables frentes de conflictos sindicales en el comienzo del año, no soltará esta bandera con mástil de jeringa de vacunación, no al menos por ahora, cuando en la realidad está potenciada por un hecho negativo de esos que suele terminar con efectos favorables para robustecer la siempre enclenque democracia argentina.

En el mismo contexto del operativo vacunación, resurgió el conflicto en el ámbito hospitalario. Está circunscripto por ahora al Castro Rendón, y tiene dos caras de una misma moneda: los terapistas, que siguen con su recurso ante la Justicia en marcha; y los emergentólogos, que amenazaron con una renuncia masiva (cinco médicos), aunque esto está todavía por verse en los hechos concretos. Más allá de la larga lista de reclamos, hay que entender que la base del problema es salarial. Y, lo salarial, es el costado más flaco que tiene el gobierno para defender, porque los recursos no han llegado todavía a recomponer lo que se perdió el año pasado desde las arcas públicas.

La apretada salarial desde el hospital, se afirma en que el tema salarios se puso sobre el tapete con los maestros, en la proximidad inmediata de la reapertura de las escuelas. El gobierno hizo su oferta, atada a los flacos bolsillos de la crisis que no terminó: 10 por ciento en el valor punto, más suma fija, más algunos otros aditamentos, que, según entiende la conducción del ministerio de Educación -que ejerce Cristina Storioni- llevarían al sueldo de maestro inicial arriba aproximadamente en un 21,6 por ciento. La propuesta tuvo, además, el señalamiento de junio-julio como meta para sentarse nuevamente a considerar el tema en una nueva negociación. El gremio ATEN rechazó, y le dio curso al paro de cinco días que le había plantado internamente su costado izquierdo. Pero después fue aclarando que es un paro que todavía no tiene fecha: es decir, le quitó presión a la fecha de inicio de las clases, que es el 3 de marzo. Y avisó que esperaba sentarse nuevamente con Vanina Merlo, Storioni y Guillermo Pons, los negociadores del gobierno, tal vez en la semana que comienza. El gobierno se limitó a decir que “el diálogo está abierto”. Como se había anticipado, nada se resolverá rápidamente; pero la firmeza sobre escuelas abiertas se mantiene, con un amplio consenso social y político.

Omar Gutiérrez atiende estas cuestiones de la coyuntura procurando no perder el foco en la reactivación económica, y dando señales de abrir el juego político desde la conducción del MPN para reforzar líneas de acción que tienen que ver con recuperar iniciativas históricas truncadas por los vaivenes temblorosos de un país inestable. Una es la del ferrocarril trasandino, vinculado ahora a la expansión de Vaca Muerta, y, por lo tanto, con mayores posibilidades que las que tuvo en la década del ’90 del siglo pasado. Otra es la reorganización como región con intereses comunes. El gobernador neuquino trabajó para armar un encuentro de gobernadores, reunión que se hizo en Viedma con la presencia física de los mandatarios de Río Negro, La Pampa, Chubut y Neuquén. Pronto se hará el próximo encuentro, que será en Chubut, con el peronista Mariano Arcioni como anfitrión. Se espera allí poder tener un pleno de todos los mandatarios de la región que se integrara como tal, también, allá por fines del siglo pasado y comienzos del presente.

La situación del contexto continúa siendo de incertidumbre. Hay un crecimiento en la producción de Vaca Muerta, pero las demandas desde dentro de la fuerza laboral del Estado pretenden que esos resultados se vuelquen hacia adentro, primero, para, en todo caso, después repartir en gestiones lo que quede. La pulseada volverá a ser la misma, o muy parecida, a la que hubo en otras épocas de incendios sociales producidos por los gruesos errores políticos que descalabraron la economía. La intención es no cometer los mismos errores. Pero, en fin, ejemplos como los del Vacunagate no ayudan, sino todo lo contrario: acrecientan la desconfianza, y el odio entre quienes compiten por el poder. Los oficialistas se encapsulan en su propia convicción, creyendo ver una conspiración de “la derecha”. Los opositores sienten a flor de piel la tentación de arremeter aprovechando el error no provocado, pasándole por encima a todo. Justo en un año electoral. No habrá treguas, sino pico y bajones de un mismo conflicto interminable.

Rubén Boggi

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