Casinos abiertos, escuelas cerradas: la gran paradoja

19 noviembre, 2020
Casinos abiertos, escuelas cerradas: la gran paradoja
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A nivel nacional y también aquí, en Neuquén, se ha instalado una pregunta, falsamente tajante, que cuestiona prioridades en el lento retorno a la actividad económica plena en un año distinguido por la peste. Esa pregunta, “¿casinos o escuelas?” circula, desafiante, en las redes sociales, aunque enfrenta realidades muy distintas, y, ciertamente, prioridades disímiles para la población.

En estos días, un grupo de empleados del Casino Magic ha protagonizado una protesta a las puertas de esa casa de juegos, reclamando la apertura y la vuelta a la actividad plena de los juegos de azar. Más allá de la legitimidad -en este caso, no se sabe si defienden derechos propios o los intereses de sus empleadores- el tema de los casinos, que está regulado por las provincias, aparece lejano en las prioridades comerciales ante la pandemia.

Los casinos son lugares cerrados casi herméticamente, especialmente creados para crear una atmósfera muy especial, con escasa o nula ventilación, y potencial aglomeración de personas. Casi lo contrario a lo que se aconseja en estos tiempos por seguridad sanitaria.

Pero cuando se compara el cierre y/o apertura de casinos en relación a la situación de las escuelas, se tiene una medida más política y también, quizás, más certera de la eventual incongruencia. El fin de los casinos es la diversión a costa de apostar dinero; el de las escuelas, la educación de los futuros ciudadanos. Los empleados de casinos “luchan” por su reapertura; los empleados de las escuelas, en cambio, hacen saber que mejor permanezcan cerradas.

La paradoja es monumental, pues lo que se alienta para abrir conduce, generalmente, a la perdición; mientras que lo que se empecina en mantener cerrado, conduce eventualmente a una salvación plural, social y por el bien común.

Rubén Boggi

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