Paros virtuales, clases virtuales, daños reales

5 octubre, 2020
Paros virtuales, clases virtuales, daños reales
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Hoy, 5 de octubre de 2020, a alguien se le ocurrió publicar una foto del Archivo General de la Nación, fechada en 1919, en Córdoba. Es la que ilustra esta nota. Se observa allí una clase, evidentemente de nivel escolar primario, en un paseo público, al aire libre. Cien años después, esa reunión, con un pizarrón al frente, chicos sentados en sus pupitres, y una maestra a cargo, parece un imposible. En medio de la pandemia de coronavirus, la rutina de la vida ha cambiado. Los hospitales colapsan por llenos, y las escuelas, por vacías.

Hoy, 5 de octubre de 2020, el sindicato que representa a los docentes neuquinos, ATEN, ha convocado a un nuevo paro. Es para miércoles y jueves. Es por 48 horas. Y es, otra vez, un paro con escuelas cerradas. Un paro virtual, dentro del esquema de virtualidad actual de la educación en Argentina. Las escuelas están cerradas porque se entiende como altamente peligroso abrirlas. No es una película de ciencia ficción, ni una actualización de Farenheit 451, aquel libro iniciático de Ray Bradbury, publicado en 1953, cuando había más libros que ahora, y las escuelas gozaban de plena salud, pese a estar en ese siglo "tan oscuro que se alumbra con balas", como definiera el poeta dominicano Manuel del Cabral. No, no es una ficción. Es una tragedia real.

Hoy, 5 de octubre de 2020, las escuelas siguen cerradas y los gremios estatales siguen haciendo paros. La diferencia entre el mundo estatal y el mundo privado se ha incrementado. En una época donde se ha instalado el concepto de "grieta" para calificar los desencuentros sociales, entre lo estatal y lo privado hay un cañón, no una pequeña zanjita. Hay miles de estatales que no trabajan desde marzo, y cobran tranquilamente sus salarios, mientras también hay miles de neuquinos sin trabajo, que no cobran ningún salario, sino, apenas, una limosna estatal custodiada por punteros y regulada por organizaciones sociales, que son, la mayoría de ellas, organismos parasitarios de intermediación entre el Tesoro público y la miseria privada.

Hoy, 5 de octubre de 2020, hay más que un cañón, más que una grieta, entre aquella foto de una maestra y sus alumnos en una plaza, al aire libre. Parece haber una historia irreconciliable, un devenir involutivo, que ha conseguido que cuatro políticos y cuatro sindicalistas decidan qué hacer con los intereses del ciudadano común, el ciudadano de a pie, el ciudadano que trabaja, paga impuestos, alquila para tener un techo, o no, o ni siquiera eso. Entre esa foto entre blanco y negro y sepia, hay un siglo de diferencia y una alteración de prioridades. Hace un siglo, educar a los ciudadanos era importante. Era lo más importante.

Hoy, 5 de octubre de 2020, no.

Rubén Boggi

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