Las horas sin máscaras entre Gutiérrez y Fernández

6 junio, 2020
Las horas sin máscaras entre Gutiérrez y Fernández
Gutiérrez, Fernández Gaido
Gutiérrez, Fernández Gaido

La pandemia ha generado, al menos por aquí, la política enmascarada. Es una política que se practica como casi siempre, pero con el rasgo físico novedoso de presentarse al público detrás de los barbijos. Ese pedazo de tela de dudosa eficacia es como el estandarte del momento, de la coyuntura. Nos dice, desde las fotos, que el Estado está aquí para cuidarnos, para hacer lo mejor posible en medio de la catástrofe. Pero, la realidad, es solo una parte del todo, y las mascaritas, algo que rápidamente se deja de lado cuando la formalidad institucional queda al costado. Aparecen, entonces, las motivaciones reales, los juegos interesados de la política.

Sin barbijos, lo que parece que ha sucedido detrás del telón de lo público, en Villa la Angostura, es un acercamiento rotundo y firme entre el gobierno nacional de Alberto Fernández y el provincial de Omar Gutiérrez. Es un acercamiento coyuntural y estratégico. El gobierno del MPN necesitaba garantías de reactivación para Vaca Muerta. Puede decirse, utilizando un juego de palabras, que necesitaba más energía de parte del Presidente, algo más que prometer que después del acuerdo o del default (cualquiera de las dos cosas se puede dar) se dedicará por entero a la economía postergada. El gobierno de Fernández necesitaba un compromiso abierto, público y descarnado de respaldo irrestricto. Por ahora, la construcción de poder que está haciendo Fernández, gambeteando la marca estricta que le plantea Cristina Kirchner, y su mirada vindicativa actual de la política, se asienta, en buena medida, en gobernadores e intendentes. El gobernador de Vaca Muerta es importante, no por la cantidad de ciudadanos que gobierna, sino por la cantidad de dólares que representa el recurso que administra.

Nunca un gobernador había tenido un presidente en pleno ejercicio del poder, recién iniciado, alojado en El Messidor. No es un detalle, una anécdota. Estuvieron en la mítica residencia otros, pero no en situaciones coyunturales decisivas como las que vive el país ahora. Estuvo Estela Martínez, ya depuesta, más que invitada, prisionera; estuvo Raúl Alfonsín, pero ya terminada su gestión; estuvo Eduardo Duhalde, durante aquel gobierno de transición que terminó en Kirchner; y estuvo, en algunos pasos dedicados por entero a la satisfacción de los sentidos y el hedonismo, Carlos Menem. Esta vez, Fernández estuvo en medio de una tormenta, y con motivos de negociación en el medio. Y Gutiérrez –es decir, el MPN- lo aprovechó a pleno, al punto de dedicarle un asado junto a quien quiere y necesita a su lado, el intendente capitalino, Mariano Gaido.

Después de los encuentros, Alberto Fernández definió como “un amigo” a Gutiérrez. No es una anécdota esto, sino un mensaje. En buena medida, a muchos de los compañeros de partido, y de gobierno, que, en materia energética, están a punto de colisionar contra la racionalidad que pretende el Presidente en el tema. Gutiérrez es un representante de los intereses de Vaca Muerta, esto es obvio, y lógico. Sería raro, extraño, que el gobernador de Neuquén no defienda los intereses que generan miles de empleos, millones de dólares, renta, impuestos, y alimentan no menos de la mitad de la economía de la provincia. Es, también, quien plantea, con una serenidad aposentada en años de conocimiento adquiridos por el MPN en la materia, que la producción petrolera necesita de reglas de juego previsibles, de competitividad, de inversiones multinacionales, y que se les asegure a las inversiones el flujo sin interrupciones de las ganancias que esas inversiones producen. Cuando Fernández dice que Gutiérrez comparte una visión del país, está diciendo en realidad, a sus socios del gobierno, que él comparte una visión de Gutiérrez, o del MPN, sobre Vaca Muerta.

Esa visión no coincide con los enamorados de hacer de YPF una “empresa de bandera” que no se preocupe en competir, sino “en desarrollar y fomentar”. No coincide tampoco con poner trabas u obstáculos al hambre de inversión y ganancias de las grandes operadoras. Fernández debe saber que es poco lo que se puede inventar sobre gas y petróleo y cómo hacer el mejor negocio para el país. Está todo inventado, y probado, en el mundo y también en Argentina. En este tema, el peronismo, cada vez que ha gobernado, ha terminado por respetar la opinión del MPN. ¿Cómo no hacerlo, si es el único partido político que ha gobernado, sin interrupciones, la provincia de mayor producción energética del país? ¿Cómo no hacerlo, si ese partido ha acumulado 59 años de experiencia en el tema?

En concreto, entre viernes y sábado, se ha soldado un compromiso. Que será coyuntural, seguramente, pero que inexorablemente rendirá en beneficio de ambos gobiernos. Se lo armó y tejió con trabajo, negociación, diplomacia. Sin barbijos. Se verá, a partir de ahora, si se hizo un buen negocio, y hasta qué punto, le servirá al pueblo de Neuquén.

Rubén Boggi

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