Novedades en Neuquén para una economía deteriorada

30 mayo, 2020
Novedades en Neuquén para una economía deteriorada
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Los efectos negativos de la pandemia de coronavirus sobre la economía, unidos a otros factores propios del mal funcionamiento económico del país, empiezan a ser el centro de atención en el gobierno neuquino, que intentará morigerar los efectos más inmediatos sobre la ciudadanía, mientras gestiona en medio de las dificultades propias de una caída de recursos que, cuando finalice mayo, se mantendrá en alrededor de 50 por ciento –entre 6 y 6,5 mil millones de pesos, ingresarán por todo concepto, se estima- y obligará, por tanto, a una austeridad que ya superará los enunciados éticos, para transformarse en pragmática y severa, tal como aconsejan las circunstancias.

La herramienta que tiene el gobierno, como administrador del Estado, para buscar razones de alivio a los sectores de la economía privada, es, básicamente, el Banco Provincia. El BPN, con cambios que ha protagonizado sin cesar, al compás de las inestables políticas económicas nacionales y sus efectos sobre las reglamentaciones del Banco Central, ha mantenido siempre una dependencia directa del gobernador de turno, en los gobiernos del MPN. Es una característica, que, a la formalidad de la independencia, le pone un condicionante en el uso del timón. No se navega en el BPN hacia cualquier rumbo, sino hacia el destino que el gobierno dispone.

Esa herramienta llamada BPN será usada ahora para darle uno de los cauces posibles a la emisión de letras o bonos, que, hasta los 4 mil millones de pesos, dispuso por resolución del ministerio de Economía, el gobierno de Gutiérrez. El gobernador intentará ayudar para que la cadena de pagos no se rompa, o, por lo menos, no se rompa del todo. El mecanismo es simple: habilitan una línea de créditos para poseedores de las letras o bonos. Ese crédito se entregará con la garantía de esa posesión, por hasta 80 por ciento del monto que significan. El BPN cobrará un interés, pero ese interés será igual al que reciba el tenedor de las letras. En concreto, es un mecanismo para cambiar letras o bonos por dinero en efectivo, que es lo que escasea. Esta novedad fue confirmada en las últimas horas.

La búsqueda de mitigación para la situación de los proveedores del Estado no es más que una medida que se agrega a otras para intentar combatir el siniestro efecto económico que ha tenido la pandemia, y su traducción directa a la caída de actividad, la cuarentena. Es una situación que ya hemos descripto, pero que asoma cada vez con mayor potencia, con la evidencia del deterioro en la economía estatal y privada. En Neuquén, en mayo se recaudará por todo concepto entre 6 y 6,5 mil millones de pesos, la mitad de lo que era una recaudación normal promedio. La producción petrolera seguirá mostrando números en baja, con una merma ya cercana al 30 por ciento. La actividad comercial se ha visto muy afectada, con el cierre constatado de una cantidad de comercios estimados por la cámara ACIPAN en unos tres por cuadra en la zona de mayor densidad comercial de la capital neuquina.

El efecto pandemia-cuarentena no solo ha deteriorado los ingresos, sino que, para el caso del Estado, ha incrementado los gastos. Según confirmó una fuente del gobierno, se han gastado ya 500 millones de pesos desde que comenzó la cuarentena. “Todas las semanas el Gobernador firma decretos de incorporación de personal en Salud”, dicen en el Gobierno. Son 540 incorporaciones que se han hecho a los hospitales, entre profesionales, técnicos y asistentes. El gasto no ocasiona preocupaciones, pero sí debe mencionarse como un costo adicional a la crisis que tienen las finanzas provinciales.

El resultado, a juicio del Gobierno, ha sido bueno. Hay satisfacción con la famosa curva de contagios, pues Neuquén es uno de los distritos del país que ha demostrado mayor eficacia en el control de la expansión del virus. Aun así, los casos recientes obligaron a una marcha atrás rotunda en el tránsito con la provincia de Río Negro, y los puentes que comunican ambos distritos volvieron a cerrarse, con la sola habilitación para quienes trabajan en servicios considerados esenciales, como fue al principio de la cuarentena. La medida, que durará en principio solo una semana, evidenció lo que a veces se vivencia como la construcción de un castillo de naipes, que, ante el menor soplo, se derrumba sin contemplar el esfuerzo que ha costado levantarlo.

Así las cosas, con la tensión entre cuarentena y actividad económica creciendo hasta forzar al máximo la tapa de la olla, la política se manifiesta todavía de manera lateral. Son, por ahora, amagues. A nivel nacional, de oposición a la manera de administrar y llevar la cuarentena, que eligió el oficialismo comandado por el presidente Alberto Fernández; a nivel local, enfatizando la preocupación por el gasto en el Estado en un contexto de recursos menguantes. Esto se pudo ver en el Deliberante capitalino, que aprobó por mayoría, con disidencia opositora, un incremento en tasas. La oposición castiga esto, pero sabe que no tiene quorum suficiente todavía en una población muy enfocada en la pandemia. Para la oposición, el Estado debe reducir gastos, no aumentar recursos sobre la base de incrementar el esfuerzo de los contribuyentes.

Estas diferencias, comenzarán a tomar masa crítica en poco tiempo más. El escenario que se mostrará tras lo peor de la pandemia, no se armará de súbito. Se está armando ahora, para poner en escena nuevamente a la política, en todo su esplendor, vigente más que nunca, en armonía con los tiempos difíciles.

Rubén Boggi

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