Los barbijos profesionales serán de uso acotado y específico

Hoy, martes 7 de
abril, el tema mediático-viral fue el de los barbijos. Que sí, que no, el
debate en todos los medios posibles, inclusive en el de las disposiciones del
Estado –que a esta altura ya decide lisa
y llanamente qué es lo que pueden hacer y qué no los argentinos- estuvo
presente, con una obsesión que no explicará jamás la ciencia, sino, en todo
caso, la ansiedad social, propia de una
situación extrema.

En Neuquén, el
gobierno de Omar Gutiérrez decretó al respecto, para no quedar fuera del debate
inevitable, y aparecer cómo discordante en el contexto, habida cuenta que hay
gobernadores de este país, como el jujeño Morales, que no solo han decretado la obligación de salir con barbijos o “tapabocas”,
sino que hasta han hecho tutoriales para Youtube y las redes sociales de cómo
fabricarlos en casa.

El decreto de
Gutiérrez conviene destacarlo, porque establece una diferencia clave para el funcionamiento concreto del sistema de
Salud. Dice, en su texto resolutivo, que se “recomienda” el uso para las personas aisladas que hacen
desplazamientos mínimos (ir al almacén, la despensa, la farmacia, del barrio),
de estos enseres, incluidos los fabricados en casa. En otro artículo, “determina” el uso obligatorio, para las
personas que “no pueden guardar el distanciamiento social mínimo necesario”.

Pero es en el
artículo 4º donde está el meollo de la concepción sanitaria del gobierno
neuquino. Allí establece que la
utilización de los barbijos profesionales, tricapa, de tela antibacterial
hidrorepelente, quedará “reservada para el uso exclusivo de los sectores
asistenciales críticos”, entendiendo como tales a Salud, Seguridad, Defensa
Civil, y Protección Ciudadana. Incluso, en el artículo 5º, indica claramente
que la producción y comercialización de tales insumos, queda a disposición del
sector público, y que, recién cubierta esa demanda, se liberará la
comercialización al resto de la sociedad.

En concreto,
sanitaria y políticamente Neuquén ha definido, con precisión, que los barbijos
propiamente dichos (los profesionales) serán para uso de los sectores
profesionales, los que ya lo venían usando. El resto de la población se desplazará en todo caso con “tapabocas”,
hechos o no en casa; y, lo que pretende el gobierno, es que se mantenga el
aislamiento social preventivo obligatorio, a rajatabla. Lo de los
tapabocas, barbijos, etc., que dominaron la discusión, o debate, presuntamente
científico, en este martes 7 de abril, queda relativizado. Solo para quedar en sintonía, en un escenario nacional ganado por las
dudas, la incertidumbre, y –por qué no- también por la guerra política, que no
cesa ni en medio de una pandemia.

Rubén Boggi