Cuarentena más larga, y encerrona económica

30 marzo, 2020
Cuarentena más larga, y encerrona económica
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Elena Sevillano
tituló su artículo para el diario madrileño El País, con la siguiente frase,
filosa como un puñal arrabalero: “Cada
país cuenta los muertos a su manera y ninguno lo hace bien
”. El título
flamea, encendido, en una España atormentada por el drama del COVID 19, como se
lo llama ahora al coronavirus, tal vez
porque suena más científico, y, por tanto, más respetable.

En Argentina, los
diarios de este lunes “no laborable” (parece una ironía, dado el nivel de
actividad económica casi nulo con cuarentena total, hermética, cada vez más
dura) preferían acudir a una frase optimista del presidente Alberto Fernández:
Los primeros resultados dicen que
estamos dominando al virus
”. ¿Suena creíble, la frase presidencial, o muy
argentina con tendencia a la celebración temprana? Tal vez, las dos cosas.

La realidad es
que este país tiene todavía pocos casos
de contagios y pocos muertos por el coronavirus.
Pero también, se presume
que no se ha llegado –evaluando lo sucedido en otros países- al pico máximo de la curva de propagación.
También es concreto poder afirmar que
Argentina dictó la cuarentena obligatoria (o el aislamiento preventivo) antes
que cualquier otro caso; y que, ahora, el Presidente ya ha anunciado que se
prolongará hasta más allá de Semana Santa.

¿Cuánto tiempo,
exactamente? Es lo que no se sabe. En realidad, es lo que parece no se quisiera saber. Porque es muy evidente que la tensión social sectorial va en aumento;
que los problemas estructurales, quedan al desnudo; que las dificultades
económicas están a punto de florecer plenamente.
En estas cuestiones es que
se considera la cuarentena, a la par de lo estrictamente sanitario. Pues, lo
estrictamente sanitario, indica, por influjo de la razón comparativa, y su
éxito aceptable, que la cuarentena no
debería levantarse hasta bastante más allá del plazo que le ha puesto el
Presidente. Es más: es posible que no se levante.

Al mismo tiempo,
la economía está pidiendo a gritos una reactivación, porque hay una sombra que
incluso empequeñece al COVID 19: la de
centenares de miles de empresas, que le dan trabajo a millones de personas, que
pueden quedar en situación de quebranto, en una nación que puede quedar al
borde del precipicio de un nuevo default
. Se puede tener en cuenta un
primer dato para calificar la situación: El gobierno nacional anunció que
pagaría 10 mil pesos a 3,6 millones de personas… pero, en tres días, se anotaron más de 7 millones para cobrar
esa suma.

Alberto
Fernández, en este contexto, es el que tendrá que tomar la decisión, pues él mismo se ha instalado en el centro
de la escena
. En estos días, su imagen se ha fortalecido. Recibe mensajes de admiración en las redes
sociales, lo saludan hasta los adversarios
. Todo esto le sirve, pero es
posible que no le quite un átomo de la
gran preocupación que debe tener por la creciente asfixia de la economía.

Es la maldición que deben enfrentar todos los presidentes argentinos: al lado de cada momento de éxtasis, siempre relativo, se agazapa la sombra ominosa del posible desastre que vendrá.

Rubén Boggi

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