Alto impacto económico del coronavirus en Neuquén

No se puede separar a Neuquén del contexto global, afligido
por la pandemia del coronavirus. No es, sin embargo, una situación novedosa
para el análisis de lo que sucede y podrá suceder en la provincia, porque
es éste un Estado vinculado absolutamente con lo global, ya que su primer
recurso económico es la extracción de gas y petróleo, un negocio imposible
de realizar localmente, pues está determinado por las cambiantes variables
internacionales.

Neuquén, pues, recibe en forma directa el impacto más
temible del coronavirus, que no es el estrictamente sanitario, sino el
económico. El virus golpea la economía global, es el mayor impacto de un
factor sanitario en los recursos del ser humano en este siglo. Y eso no
puede minimizarse. Si Neuquén no entiende esto, solo podrá correr detrás de
la hecatombe.

La mayor tragedia sanitaria, la enfermedad más terrible que
tiene la humanidad en este siglo 21, no es tratable desde la ciencia médica,
sino desde la economía: es el hambre. El hambre afecta en forma directa a más
de 100 millones de personas en el mundo. De esos afectados, la situación
más conmovedora es la de la niñez. Mueren entre 8 mil y 10 mil niños por día
en el mundo, por el hambre, sin que haya médicos ni sanitaristas que puedan
hacer algo, porque la raíz del problema es económica y política.

Si se parte de este enfoque, es más fácil entender por qué
el efecto más temible del coronavirus, es el impacto que la sociedad global se
inflige a sí misma, al pretender reducir un efecto sobre la salud de las
personas que reduce drásticamente la actividad económica. Es una paradoja
difícil de resolver, pero muy real. Si no, pregúntesele a cualquier operador
turístico: la actividad caerá no menos de 25 por ciento este año, lo que
afectará unos 50 millones de puestos de trabajo. En Neuquén, hay actividad
turística, y si bien es baja su participación en la producción económica
general, importa, pues genera divisas y puestos de trabajo. Este año, sufre
ya las consecuencias económicas del coronavirus: caída abrupta de reservas,
anulación de permisos de pesca y caza, son los efectos inmediatos.

El efecto más drástico del coronavirus se da, para Neuquén,
en la producción no convencional de hidrocarburos, en el Shale. El precio del
petróleo (cotización del Brent) se ha derrumbado por debajo de los 35
dólares el barril. Si se tiene en cuenta que el presupuesto provincial para
este año estimó un precio del barril de 57 dólares, se entenderá
rápidamente lo que esto implica, más allá que el Estado nacional busque
mecanismos de compensación para que el shale pueda seguir trabajando.

Algo tendrá que hacer el gobierno de Alberto Fernández con
esto, junto con las provincias productoras, las empresas del sector y los
sindicatos. Es urgente. Es global: en Estados Unidos, Donald Trump está
trabajando en mecanismos de ayuda para sus productores de shale. Sabe que,
más allá del coronavirus, hay una maniobra (OPEP, Rusia) para frenar la
relativamente nueva independencia americana, ganada con su producción propia. Con
precios muy bajos, el shale tiene muchas más dificultades que el petróleo
extraído de manera convencional.

Así, pues, Neuquén, dentro del gran impacto del virus en la
economía global, está, en Argentina, en primera fila de ese impacto.
Habrá que tener mucho cuidado en medir las decisiones que se toman.

Este sábado, por ejemplo, se decidió a nivel nacional que todos los empleados públicos que revisten en el grupo de riesgo ante el coronavirus, queden exentos de la responsabilidad de presentarse a trabajar. No se menciona el trabajo desde la casa (por internet, por ejemplo, que es algo que ya empezó a practicarse desde hace tiempo en la actividad privada), sino directamente la ausencia laboral. Primero circuló una versión que resultó, increiblemente, falsa. El gobierno había dispuesto licencias por 14 días, en una resolución mucho más acotada. El gobierno neuquino replicará esa medida, en todo el ámbito laboral estatal de la provincia. Esto comprende a la administración, a las escuelas, a la policía, a los hospitales. Se debe recordar que el trabajo estatal, en Neuquén, es supernumerario, y esencial para los servicios básicos, quizá en mayor medida que en otros Estados de la República Argentina.

Así, habrá que seguir atentamente la situación, día por día,
cuidando no solo el estado sanitario de la población, sino también el estado de
la actividad económica provincial. Porque, si se derrumba, la catástrofe
estará al alcance de la mano.

Rubén Boggi