Dos chicos, el brillo de un cuchillo, la escuela, la violencia

Un chico de 16
años se pelea con otro de la misma edad.
El escenario se divide en dos. Primero, los pasillos de la Escuela 799.
Después, cuando la discusión eleva el tono, el baño de varones del mismo
establecimiento. Allí, la pelea se hace cada vez más violenta. Uno de los chicos saca un cuchillo, y lo
hunde en el vientre de su oponente.

El chico del
cuchillo huye, con cuchillo y todo. El
otro ve que se desangra. Desesperado, emite un grito que no llega a ser grito,
y cae desmayado.

Lo levantan
empleados de la burocracia educativa de la provincia de Chubut. Llaman a una
ambulancia, que lo traslada hasta el
hospital de Comodoro Rivadavia. El pibe está gravemente herido. El corte
fue pequeño, pero la hoja del cuchillo
penetró hondo. Afectó órganos. Se hace una primera operación quirúrgica. En la noche del lunes vuelven a hacer otra.
El chico está mal.

El agresor
cuchillero, que había ido a la escuela a re-inscribirse, después de hundir aquella arma volvió a su casa con su mamá. De
allí, su progenitora lo llevó a la Comisaría 7ª. Este martes, una audiencia
judicial iba a determinar si volvía a su
casa o si quedaba detenido.

Algo se dijo también/ de una esquina y de un cuchillo. /Los años no dejan ver/ el entrevero y el brillo, dijo Jorge Luis Borges en aquella milonga que tituló A don Jacinto Chiclana. El gran poeta argentino habla de cosas pasadas, con nostalgia. Tal vez nunca llegó a pensar que el cuchillo seguiría brillando, y dentro de las escuelas, en el siglo XXI.

Rubén Boggi