Otro femicidio con crueldad espeluznante

Marzo es el mes
de la mujer. El 8 es el día, celebrado, en muchas regiones del mundo, casi en
pie de guerra. A pocos días, otro femicidio escabroso e impactante sacude al
país en el que intentamos vivir. Un pibe de 19 años mató, quemó, desmembró y
tiró en un contenedor a una mujer de 24.

Él se llama Naim
Vera. Vive en Catamarca, es hijo de un médico cirujano, bastante conocido en
esa provincia. Ella se llamaba Brenda Micaela Gordillo. Su nombre será
levantado este lunes en las pancartas de la colectiva “Ni Una Menos”, en una
marcha que se convocó para las 18 en la plaza 25 de Mayo, de esa ciudad del
norte argentino.

Naim Vera primero
dijo que sí, que había discutido con su novia, muy fuerte, y que ella cayó por
una escalera del departamento en donde vivían, frente a la sede de la Universidad
Nacional de Catamarca. Lo dijo ante los policías de la Brigada de
Investigaciones, acompañado por un abogado. Allí contó que ella se cayó, se
murió, y que él, después, decidió deshacerse de ese cuerpo desecho, por lo que
lo quemó en la parrilla de su propio departamento, y después lo arrojó en un
contenedor, lejos, a la vera de la Ruta 4.

La explicación,
literal, fue que sintió miedo ante lo que pudiera sucederle, la imposibilidad
de hacer creíble que fue un accidente.

Pero la mentira
tiene patas cortas. A las pocas horas, la autopsia practicada sobre el cuerpo
desmembrado y quemado de Brenda Micaela Gordillo, evidenció que no había muerto
por golpes, sino ahogada, asfixiada, con un trapo metido en su boca. La
presunción del fiscal Hugo Costilla es que Naim Vera la mató, con plena
conciencia de lo que estaba haciendo. Y que después sí hay coincidencias con el
relato del matador: quemó a su víctima en la parrilla. La desmembró. Y la
arrojó a un contenedor como si fuera un trasto ya inútil, ya usado, ya
inservible.

Faltan pocos días para celebrar el Día de la Mujer. Falta mucho más para entender que no hay que matarlas.

Rubén Boggi