Vuelve la hora de los gremios, y se negociará cómo será el conflicto

Esta semana retorna la gran mesa paritaria del gobierno
neuquino con los gremios estatales. Es la que tiene la llave que abre las
puertas, hacia un año pacífico, o un año conflictivo. Las razones objetivas
de la política y la economía indican que hay más posibilidades de entrar al
segundo antes que al primero. Al menos en el primer semestre, que será de
transición, habida cuenta el freno impuesto por el gobierno nacional de
Alberto Fernández a la economía, mientras se resuelve el pago de la deuda
pública y la negociación con el Fondo Monetario Internacional.

Poco ha dicho el gobierno de Omar Gutiérrez al
respecto. Se ha limitado a una permanente acción de dientes apretados con los
ojos fijamente apuntados en Vaca Muerta. Gutiérrez siguió cerrando
convenios y reforzando inversiones con empresas petroleras del mundo. Pero
sabe que el contexto macro lo definen Alberto Fernández; y, también, Cristina.
La negociación salarial con los gremios estatales es relevante para todas las
provincias, y mucho más para Neuquén, que tiene ese modelo del MPN de súper
Estado omnipresente. Por eso Gutiérrez calculó que empezando la paritaria
en esta semana de fin de febrero, se cumple con el rito del diálogo y se guardan,
mínimamente, las formas. También sabe el gobierno que el modelo de ajuste
trimestral por inflación ya no tiene sentido práctico. Y el sentido práctico es
el más importante de los sentidos en el MPN.

Los gremios irán a la apertura de la discusión con el manual
ya escrito. Exigirán que siga la modalidad de ajuste por inflación. Tienen
previstas algunas variantes, sobre todo políticas, habida cuenta que ya no
gobierna el tétrico “neoliberalismo”, sino una variante nueva del peronismo en
el que todos abrevan, con mayor o menor sed y ansiedad. De todos los sindicatos
(ATE, ATEN, UPCN, Viales), el docente es el más urgido y, posiblemente, el
que presente mayor belicosidad, pues está apretado contra la pared del inicio
de clases. Por lo pronto, su titular, Marcelo Guagliardo, ya avisó
que es el gobernador Gutiérrez el que tiene la llave para abrir las puertas de
las escuelas…o para mantenerlas cerradas.

Es posible que el MPN no le tiemble el pulso para sostener
una negociación de largo aliento, con conflictos en el medio. Ya resolvió,
el año pasado, todo lo que electoralmente le importaba. Este año 2020 es de
construcción hacia el desarrollo pleno de Vaca Muerta, en cuestiones
económicas; y de consolidación del definitivo trasvase generacional, en
términos políticos. Enfrente no tiene adversarios firmes, sino ocasionales,
algunos recuperándose de la disgregación de la derrota, otros, recién en
pleno proceso de construcción o reconstrucción de espacios necesarios para
competir seriamente. Eso llevará tiempo. Se reduce, pues, en gran parte, el
dilema del MPN, a su propia interna. Que no está clara, pero existe. Todos
saben que existe, y todos trabajan bajo la premonición de que, en algún momento,
más tarde o más temprano, estallará con fuerza.

En este contexto, la semana mostrará la primera foto de la
negociación con los gremios, ese sector de fuerza política en el que el
Estado invierte el 60 por ciento del presupuesto general de la provincia, que
es una friolera millonaria utilizada para pagar los salarios de los empleados
públicos, esos que representan, precisamente, los sindicatos. No habrá
definiciones rápidas. Eso tal vez lo sepan Carlos Quintriqueo, Jorge
Marillán, Marcelo Guagliardo. Se diría que el conflicto es inexorable,
tanto, que ya está calculado. No sería osado afirmar que lo que se negociará
este año es el conflicto mismo. No para que desaparezca, sino para que
no perjudique a ninguna de las partes.

Rubén Boggi