Regalías en baja y salarios en alza, la coyuntura que ocupa a Gutiérrez

Cumpliendo un destino inexorable, el optimismo estatal
neuquino basado en Vaca Muerta ha resultado opacado, aunque sea
transitoriamente, por la caída de recursos, que se cruza, también de
manera inevitable, con el comienzo del año y la necesidad de acordar nuevamente
-o sostener lo que se había acordado antes- con los gremios estatales, en lo
que se refiere a salarios, el rubro principal del gasto-inversión en las
cuentas públicas provinciales.

El Estado, en Neuquén, tiene como ingresos la recaudación
propia, la coparticipación federal de impuestos, y las regalías. Los tres
rubros se han resentido en distinta manera; pero el que más se nota, es el
último, porque no es resentido por la inflación o la recesión, sino,
fundamentalmente, por la política. En concreto, las regalías comenzaron a
caer desde que el gobierno de Mauricio Macri congeló el precio del petróleo,
por el decreto 566, en agosto del año pasado.

Según las cuentas del gobierno de Omar Gutiérrez, en
octubre del año pasado, los ingresos por regalías fueron de 3.116 millones de
pesos; en noviembre, fueron de 2.888 millones; y en diciembre, 2.794 millones
de pesos: la curva fue descendente en los últimos tres meses, porque la
producción se frenó, además de lo que implicó directamente el congelamiento del
precio. En concreto, los ingresos en 2019 por regalías terminaron 50 por
ciento arriba respecto de 2018, pero ese resultado se explica por el impulso a
principio de año, y fue frenado por lo ocurrido en el último trimestre. Ahora,
la curva se mantiene en baja.

Pese a esa circunstancia, desde el gobierno se exhibe
como un valor positivo el hecho de que pese al deterioro se mantuvo el acuerdo
con los gremios estatales, con la actualización por inflación cada tres meses.
Este acuerdo está en discusión ahora, y por eso al gobierno de Gutiérrez le
interesa que se vea y se entienda lo que ha venido sucediendo con los recursos,
consecuencia de medidas de gobiernos nacionales, con los que la gestión del
MPN pelea y negocia y eventualmente acuerda.

¿Qué significa esto en la coyuntura? El gobierno de
Gutiérrez pretende una señal del lado sindical, una señal de comprensión, e,
incluso, acompañamiento, en lo que hace a gestiones políticas hacia el
gobierno de Alberto Fernández. La apuesta es a la nueva Ley de Hidrocarburos,
que, a su vez, necesita más tiempo, pues en la estrategia nacional, primero
está el punto de alcanzar un acuerdo con acreedores de bonos y el FMI, para
dejar encauzado, en nuevos términos, el pago de la deuda estatal.

En esto es clave el gremio ATE, y también ATEN. La conducción
de ambos gremios mayoritarios es, básicamente, kirchnerista; y, dentro de este
rubro, más cristinista y albertista. En especial, ATE, donde el
dirigente Carlos Quintriqueo lidera una de las campañas más osadas en cuanto a
discutir el manejo político del Presidente, la que impulsa la libertad de
los considerados presos políticos, con Amado Boudou a la cabeza.
Quintriqueo visita asiduamente a Boudou en la cárcel. A veces, es acompañado
por la senadora nacional Silvia Sapag, quien, desde la representación neuquina
en el Senado, es una de las más entusiastas defensoras del Lawfare y la
eventual libertad de Boudou, Milagro Sala y otros emblemas del kirchnerismo más
pegado a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Tanto ATE como ATEN resignaron sin problemas el cobro del
bono de anticipo decretado a nivel nacional, el de los 4.000 pesos, destacando
que no necesitaban anticipos sino la continuidad del acuerdo de actualización
trimestral por inflación, pues, según los gremialistas, significó en los hechos
el pacto más beneficioso en lo que se refiere a sostener el salario de todos
los que se hicieron el año pasado en el país.

Esto es lo que está en juego, pues, en la coyuntura: el
gobierno pretende que los sindicatos no apuren a Gutiérrez antes que se tenga
despejado el panorama respecto a lo que ocurrirá con Vaca Muerta; y esto,
está relacionado directamente con la velocidad con que se apruebe una nueva
Ley de Hidrocarburos, materia en la que Neuquén ha trabajado en
coordinación con el ministerio de Energía, y con Nielsen, el presidente de YPF
designado por la administración de Alberto Fernández. Así, el gobierno trabaja
desde lo político considerando la filiación kirchnerista de los sindicalistas,
reclamando sintonía hacia el gobierno nacional en la celeridad necesaria para
despejar dudas petroleras. Pero esa filiación no asegura gran cosa, dado la
prematura brecha que se abrió en el gobierno nacional entre albertistas y
cristinistas.

Mientras tanto, las picardías están a la orden del día. Hay
una campaña peronista afirmada en el caudal vigoroso de la deuda neuquina,
justo cuando la gran discusión nacional es la deuda del país; a Gutiérrez
le apuntan por el lado de la economía ahora, porque es el flanco debilitado.
Pero Neuquén, objetivamente, está lejos de padecer problemas serios inmediatos.
La afectación de recursos ha sido notoria, y, sin embargo, no es algo que un
control del gasto, moderado, no pueda arreglar. Se verá cómo se maneja la
comunicación de la situación hacia la ciudadanía: allí se libra una batalla
interesante, en ese plano donde, cada vez más, se definen ganadores y
perdedores, con una velocidad que a veces aterra.

Rubén Boggi