El MPN se prepara ante un posible triunfo de Alberto Fernández

24 agosto, 2019
El MPN se prepara ante un posible triunfo de Alberto Fernández
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El MPN se ha comenzado a inclinar hacia una casi certeza, la de que puede haber un cambio de gobierno nacional en diciembre. La activación de esta casi certeza –obviamente no se da por hecho- provocó ya movimientos que se ven y otros que no se ven tanto. Contactos, reuniones, proyecciones que por supuesto tienen que ver con Vaca Muerta, la joya que alimenta cualquier futuro posible. Y también expresiones concretas, de agrupaciones internas que exteriorizan ya un concreto respaldo a la fórmula Fernández-Fernández en octubre.

La coyuntura alinea un poco los planetas en ese sentido. El congelamiento del precio del crudo, para sustentar el de los combustibles –y proteger a las refinerías- ha sido un factor desencadenante del último de los desencantos con Mauricio Macri desde el partido provincial. Apenas si se disimulan los gestos en el gobierno de Omar Gutiérrez, quien se ha limitado a plantear la discrepancia, en conceptos y en una acción concreta ante la Corte Suprema por la inconstitucionalidad del Decreto de Necesidad y Urgencia, sin levantar la voz en demasía, dándole cierto crédito a las promesas contemporizadoras de Rogelio Frigerio. Pero es indudable que el MPN ha tomado nota de la traición al esquema de desarrollo de Vaca Muerta, tirado a la hoguera del populismo súbito de un gobierno que tuvo que salir a enfrentar la devaluación del peso, y de la propia imagen, después de los 15 puntos abajo del domingo 11 de agosto.

El MPN, en concreto, se prepara para un posible gobierno nacional de Alberto Fernández. Forma parte de un proceso de preparación que ya se puso en marcha, en especial, apuntando a la política energética. El front man en este trayecto transicional es Jorge Sapag. El ex gobernador se puso al frente de las palabras duras contra el DNU del congelamiento. Dijo que le da en la línea de flotación a ese nuevo barco del despegue argentino que es Vaca Muerta. Mientras dispara, Sapag oficia sus artes y aplica el peso de quien se sabe respetado por sus conocimientos acerca del tema, y sus antecedentes fundacionales en el desarrollo –desde la política- del proceso de explotación no convencional para los hidrocarburos argentinos.

El kirchnerismo que se prepara para un eventual retorno al poder ya tomó contacto con Sapag. Le ofrecieron, en concreto, trabajar en el Gabinete futuro. Difícilmente acepte ese convite el ex gobernador neuquino, aunque no será reacio a la “colaboración” en este tipo de materias, pues es muy consciente de ser una pieza casi única, un engranaje bien aceitado entre la industria y los afanes políticos del Estado. Sapag y Omar Gutiérrez trabajan juntos y bien en la coordinación de acciones para que Vaca Muerta no se trabe. La industria mira, actúa y toma nota tanto o más rápido que los políticos, y en este momento, todas las operadoras petroleras saben que tienen como aliado al gobierno de Neuquén. Solo se escuchan palabras de elogio para la administración neuquina en estos días.

Por otra parte, el contexto le cierra al MPN por todos lados. El principal sustento de su pelea electoral más importante que le queda por resolver –elecciones capitalinas y legislativas de octubre- es ahora el mismo: otra vez, la defensa de los intereses neuquinos (Vaca Muerta) contra los atropellos nacionales y el vaivén de los presidentes. Por eso, Mariano Gaido incorporó el discurso económico para acentuar la diferenciación con el candidato a la continuidad, Marcelo Bermúdez; y el senador Guillermo Pereyra, solo tuvo que ponerse nuevamente a la cabeza de los reclamos por estabilidad laboral en el petróleo, para hacer suya nuevamente la bandera de defensa de Vaca Muerta desde la perspectiva trabajadora, y oponer ese discurso al de su rival más concreto para octubre, el intendente capitalino Horacio Quiroga.

La coyuntura, pues, ha soldado todas las diferencias internas en el MPN, y propiciado un discurso común en todos los frentes. Frente a esto, Juntos por el Cambio ha tenido que echar mano a las decisiones drásticas. Ya no podía seguir soportando la división capitalina –impulsada por los propios descontentos- que implicaba un daño a la posibilidad de continuidad comunal; y Horacio Quiroga se decidió a cortar la breve y estelar presencia de Juan Monteiro. El diputado aparecía junto al rostro del intendente en todos los postes de la capital neuquina, mientras Bermúdez continuaba siendo un fantasma sin rostro para los carteles callejeros de la política. Así, el tema no daba para más. El daño, igual ¿Está hecho?

En lo estrictamente operativo, la campaña electoral capitalina se concentra en reducir el tamaño de los votos del contrario. Por eso, el MPN propició a Monteiro, tanto como el oficialismo alimentó a Marcelo Zúñiga. Estas son movidas inconfesables pero concretas, y nunca se sabrá cuán útiles resulten.

Mientras tanto, el país asiste al drama y la comedia de una política afirmada, una vez más, en la emergencia de la coyuntura. Este sábado, el antikirchnerismo se expresó para apoyar a Macri en las calles, y el Presidente salió a saludar al balcón de la Rosada. El folklore argentino en su máxima expresión, terminó fundiendo en el crisol de los vaivenes al neoliberalismo desarrollista con el nacional populismo. Neuquén tiene a Vaca Muerta, un objetivo concreto para la importación de divisas; el país, en cambio, solo tiene la incertidumbre.

Rubén Boggi

 

 

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