El otro Gaido, y la recuperación, sin verguenza, del populismo

10 agosto, 2019
El otro Gaido, y la recuperación, sin verguenza, del populismo
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Ocho meses de campaña de los 8 que tiene el año. Es agosto, y falta solo un mes y 12 días para las elecciones capitalinas. Son las más importantes. Mariano Gaido es el candidato que aspira a torcer (o enderezar, depende desde dónde se mire) una historia de 20 años. Enfrente, lo tiene a Marcelo Bermúdez, símbolo ya de una continuidad no lineal para el quiroguismo. Bermúdez encarna el quiroguismo sin Quiroga, es decir, algo distinto. ¿y Gaido? El candidato del MPN y las 16 colectoras también augura un cambio respecto de anteriores intentonas del partido provincial en la capital neuquina.

Por empezar, es el jefe de campaña de la campaña. Tuvo que poner énfasis y convicción para que el sinuoso comando del MPN empezara a creer que iba en serio. Dicen que Omar Gutiérrez empezó a acompañarlo de verdad –no solo desde la formalidad cómoda- cuando se dio cuenta que había días en que llegaba la medianoche, y el candidato seguía, recorriendo viviendas o participando de encuentros armados en los barrios. La diferencia con candidatos anteriores se nota en la aptitud física. Gaido empezó a ir al gimnasio. Se preparó. Habló con expertos en imagen. Empezó a sonreír a troche y moche. Se sacó fotos con viejitos e infantes. Posó con perros. La imagen de Gaido se multiplica por miles. “Ojo, esto no traduce solo financiamiento. Es ganas de ganar, empeño, militancia”, dicen los del cuartel en vigilia permanente.

¿Te gusta el cantito? Preguntan. Están orgullosos de los jingles. Cuando alguien les dice que son ramplones o populacheros a morir, se ponen contentos en lugar de cuestionarse. El MPN, objetivamente, ha encontrado, en Gaido, otro Gaido. Atrás quedó el ministro de la negociación permanente con los sindicatos. El que solo era fotografiado dándole la mano a Carlos Quintriqueo, o a Marcelo Guagliardo. El MPN encontró un arma que siempre había tenido, una herramienta letal para el adversario, que insólitamente había dejado de usar. La encontró porque de repente dejó de sentir vergüenza del populismo que profesa, y lo aceptó con ganas. Esa es la característica central de la campaña que se le pone enfrente a Bermúdez.

El candidato populista estuvo ocho años de ministro. Lleva más de 13 como funcionario. La máquina de generar políticos que es el MPN lo manufacturó a imagen y semejanza de una tradición que ahora se recupera. En la arcilla de la administración pública, con objetivos de logros estatales y aspiraciones ineludibles de baños populares frecuentes y regulares. ¿Podrá el MPN torcer o enderezar el destino que le fue esquivo en los últimos 20 años de la ciudad más importante de la Patagonia, el distrito más importante de la provincia, y, ahora, el eje multiplicador del inexorable efecto enriquecedor de Vaca Muerta?

Esta es la incógnita, la única, en realidad, que anticipa el último tramo de la campaña electoral capitalina. El que empieza el lunes, ya con la encuesta disfrazada de PASO de este domingo, hecha resultado concreto. Un resultado que jugará en octubre, pero antes, jugará en Neuquén el 22 de septiembre. Según quién “gane” este domingo sin ganadores, se fortalecerá Gaido, o lo hará Bermúdez. Más allá de eso, los dos enfatizarán su campaña todavía más. Gaido caminará con Gutiérrez. Bermúdez, con Quiroga. Cada uno en su personaje. Y la gente elegirá.

Rubén Boggi

 

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