Gaido, Bermúdez, y el extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde

3 agosto, 2019
Gaido, Bermúdez, y el extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde
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Tanto en la coalición que defiende la continuidad municipal capitalina, como en la formada por el MPN para disputar ese bastión que se le ha clavado como una astilla desde hace 20 años, existe y se constata el síndrome del Dr. Jekyll y Mr. Hyde. A semejanza de aquel personaje creado por el gran Robert  Louis Stevenson, ambos organismos se quieren a sí mismos para disfrutar del poder, y al mismo tiempo, conspiran para que sea el otro el que lo detente. En el MPN, hay quienes disimuladamente o no, laboran para que gane Bermúdez en vez de Gaido; y en la coalición del singular Juntos por el Cambio, hay quienes trabajan para que gane Gaido en lugar de Bermúdez.

Al igual que en Jekyll y Hyde, la rebelión se oculta y se mezcla entre la aversión y el deseo. En el MPN, no se habla de otra cosa más que de ganar la Municipalidad capitalina; y la expresión contraria no se da en la retórica, sino en conductos más ocultos que tienen que ver con el financiamiento de la política. En el oficialismo municipal, el enfrentamiento entre las dos personalidades que conviven en un contexto demencial, es más evidente: Bermúdez ha debido enfrentar acciones concretas y duras contra su propia figura, mientras mantenía la sonrisa abrazando al intendente y candidato a senador nacional, Horacio Quiroga.

El caso de Gustavo Orlando, eyectado del Gabinete en estos días, es el más evidente de esa puja enloquecida. El ahora ex subsecretario es uno de los fieles a Bermúdez. Hubo una fuerte discusión, dicen, entre el candidato a intendente y el candidato a senador. Orlando asegura que, para que la cuestión no llegara a mayores, decidió apartarse rápidamente. “Lo que importa es que gane Marcelo la intendencia”, susurró vía whatsapp. Jekyll sabe que transformándose en Hyde le quita votos al candidato propio, al emergente de su propia vida de escasos 20 años. Pero no puede dejar de hacerlo. La historia dirá si es por una elaborada estrategia suprema, o por arrebatos de insania política.

Después de lo sucedido, la tropa del ex Cambiemos se juntó para inyectarse fe en el futuro en el Club Municipal. Allí Quiroga y Bermúdez coincidieron en señalar que la única oportunidad está en reafirmar el proyecto, profundizarlo, prolongar su vida como bastión de resistencia a la hegemonía emepenista, y modelo de todo lo que se puede hacer saliéndose de esa receta populista. Lo que se muestra es ese afán, y es lógico. Pero lo ilógico también avanza, en paralelo, con Juan Monteiro haciendo campaña acompañado por Yenny Fonfach. ¿Tendrá incidencia en la ciudadanía esta ruptura, esta doble personalidad del oficialismo? ¿O será suficiente el poder de convicción del candidato, para amalgamar y darle cauce a ese voto esquivo al MPN que, se afirma, existe en el distrito?

Mientras, Mariano Gaido aparece hasta en la sopa. La multiplicación de carteles, spots, apariciones de campaña, es incesante y mayúscula. Las muestras de respaldo del gobernador Omar Gutiérrez se repiten. Gaido da señales de lo que hará en el caso de que gane. Por ejemplo, habla de un boleto estudiantil totalmente gratuito. Dice que al otro día de ganar ya estaría firmando el contrato de concesión con el EPAS. Señala que se hará un COPADE municipal, siguiendo el modelo del organismo planificador provincial, que hoy conduce el hermano del Gobernador, Pablo Gutiérrez Colantuono. En definitiva, esboza un futuro previsible, dentro del contexto de la filosofía provincial consolidada por el MPN. No es por diferencias ideológicas que dentro de ese campo hay movidas de encubierto respaldo al adversario. Más bien, se responde a los escenarios posibles del futuro en la política del organismo gigante, y se apunta a ese delicado equilibrio que se pretende no quebrar, para que Jekyll conviva con Hyde, cada quien sea el que es, uno de día, el otro de noche. Es el germen de la fractura que tiene el partido clavado en su propio ser: la puja del parto de la nueva generación, que quiere ser fuerte, poderosa, y sobre todo, autora de su propio destino, sin nadie que le escriba el libreto.

La proyección es clara, aunque inadmisible públicamente. En el MPN, hay quienes temen que la conquista del castillo municipal podría devenir en una fuente de poder y financiamiento para que trabajen quienes siembren el cuestionamiento a la nueva, reciente, y en formación, hegemonía conductiva.

Robert Louis Stevenson no podría escribir, seguramente, el libreto de lo que se amaga y se proyecta en la intrincada política neuquina. Pero la fuerza de la metáfora es más poderosa que la de cualquier rosca coyuntural, y los textos del gran escocés todavía sirven para iluminar, como un rayo estremecedor, los oscuros laberintos donde se construye la utopía del poder perpetuo.

Rubén Boggi

 

 

 

 

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