Emiliano, el bebé del milagro, ya tiene familia sustituta

Las enfermeras lo llamaron Emiliano, y así se llamará, al menos por ahora, cuando pase a ser parte de una familia sustituta, una pareja que asume el desafío de comenzar a ser alguien en la vida de un bebé que hasta ahora no tiene a nadie, ni apellido, ni número de documento, ni ejemplos de un padre, una madre, un abuelo, porque Emiliano, llamado así por las enfermeras del hospital Castro Rendón, fue rescatado milagrosamente de una caja de cartón abandonada a la intemperie, como Moisés fuera salvado de las aguas según nos han contado los antiguos textos, que cuentan la historia de una humanidad que permanentemente oscila entre lo sublime y lo patético.

Emiliano sufrió hipotermia y quemaduras del frío en esas horas que pasó en la obra en construcción de la calle Richieri en la que fue abandonado a su suerte. Fue internado en neonatología del hospital, y allí comenzó a nacer, de nuevo, trabajosamente, tomando leche maternizada y cuidado por enfermeras que lo veían como una especie de milagro, una gota de luz en un océano de oscuridad.

Ahora está mejor, está bien, este pibito de nombre impuesto por extraños, extraños que pasaron a ser su primera familia. Y, según ha dicho Adrián Lammel, el director del hospital que ha sido el hogar de Emiliano y lo seguirá siendo por unos días más, ya está listo para empezar a vivir su niñez como cualquier otro niño, con la sola diferencia que tal vez, probablemente, nunca sepa de qué vientre nació, de qué simiente es consecuencia.

El tiempo que pasará en el Castro Rendón es el necesario para que la pareja que será su familia de cuida, se estrene lo suficiente, con las enfermeras y el personal idóneo, y pueda establecer ese primer vínculo necesario con el bebé del milagro, el que volvió a nacer tras ser expulsado, vaya a saber por qué, del cobijo natural, del ámbito rico o pobre en el que vio por primera vez la desangrada luz de los días.

Emiliano, como Moisés, rescatado del peligro en vísperas de una muerte segura, es también el primer milagro de este año en esta Neuquén agreste, pobre y rica, espléndida y miserable, como la vida, como estas cosas de la historia de los hombres y mujeres, que se repite a lo largo de los siglos, siempre idéntica a sí misma, siempre fiel a ese designio misterioso del Universo.

Rubén Boggi