El caso Ciapponi, un catalítico de la política neuquina

6 julio, 2019
El caso Ciapponi, un catalítico de la política neuquina
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El entramado de hechos y circunstancias nacionales con las estrictamente neuquinas es muy fluido e intenso en estos tiempos de Vaca Muerta, y la semana ha terminado con un hecho que demuestra al menos una de las consecuencias de este ir y venir entre lo nacional y lo local: la dimisión de Carlos Ciapponi al cargo de presidente de CALF, justo cuando esta cooperativa, una expresión fuerte de la política concreta neuquina y a la vez la distribuidora privada de energía eléctrica más fuerte de la Patagonia, atraviesa por un mar lleno de tormentas en la coyuntura energética nacional.

La renuncia al cargo de Presidente de Ciapponi no implica su alejamiento de la cooperativa, ya que es consejero y allí seguirá, integrando ese grupo de 12 personas que conduce la entidad, ni tampoco un cambio político interno, ya que la Lista Celeste y Blanca, a la que pertenece, tiene mayoría, y seguramente formará “nuevo gobierno”, en poco más de siete días, con una integración todavía más evidente de su propia impronta que la que tuvo, hasta ahora, con Ciapponi como titular del Ejecutivo.

Sí implica, este hecho político resonante, dos situaciones muy evidentes. Una, es la de que CALF ha quedado en medio del fuego cruzado entre el oficialismo provincial y el capitalino, en la disputa por la intendencia, que se concretará el 22 de septiembre; la otra, que la posición contra los aumentos de precios en el sector eléctrico dispuestos por el Estado nacional, que Ciapponi lideró, terminó con un circunstancial fracaso, y, aunque puede redundar en un rédito positivo en el futuro, ahora es algo insostenible merced a las presiones que se ejercen desde CAMMESA contra la entidad neuquina.

A la política local, y a la nacional mucho más todavía, no le importa en realidad la intimidad de la cuestión técnica y administrativa de la cooperativa, sino, en todo caso, lo que aparece en la superficie desde lo político-económico. Puede resumirse así: el MPN no quiere quedar pegado con los efectos de los tarifazos, aunque no los ha enfrentado de verdad pues no quiere pelearse con Macri; por ende, su focalización en el tema ha sido la de reducir costos aplicados en la factura de CALF, sin cuestionar nunca el tema de los precios de la energía. El oficialismo municipal, referenciado todavía en lo que se llama ahora Juntos por el Cambio, ha terminado coincidiendo en lo mismo, pues no cuestiona los incrementos tarifarios, sino la administración de CALF, y, particularmente, la cantidad de empleados y el gasto salarial que eso le ocasiona a la cooperativa. La política dice, en concreto, que Neuquén podría tener una electricidad más barata, pero sin abaratar el precio de la energía: una especie de quimera que se puede hacer con cierta facilidad si se está lejos de la administración concreta del tema, y esa es la responsabilidad es de otros.

Ciapponi, que al mismo tiempo ha incursionado en esa política que ahora le dio vuelta la cara, se encontró de pronto en una coyuntura compleja, casi sin salida: el intendente Horacio Quiroga, titular del poder concedente, volvió a criticar duramente su gestión por el tema cantidad de empleados; mientras que el gobernador Omar Gutiérrez, titular del gran poder provincial hasta el 2023, le sacó el banquito antes de que el gong sonara en el cuadrilátero para comenzar la pelea. El gobierno municipal no quiere que CALF juegue para Mariano Gaido, y el provincial no quiere que juegue para Bermúdez. La intención de voto para una especulativa candidatura de Ciapponi es de entre 6 y 8 puntos, y podría implicar un desbalance en los comicios municipales, cerrados en una polarización entre coaliciones comandadas por Quiroga, una, y por Gutiérrez, la otra.

Puede presumirse que Ciapponi eligió la puerta de salida del laberinto, y gambeteó al Minotauro, con una renuncia que es, en gran medida, simbólica, un gesto, más que una dimisión que implique cambios inmediatos en la política de CALF: la conducción seguirá siendo de la Celeste y Blanca, con otros nombres. Esa  salida no fue fácil de elegir, costó, pero ya sería irrevocable, y está pensada para llegar a fin de año, pues recién allí –después de que se lleve a cabo el proceso electoral completo- se volvería a elegir en la cooperativa, y la Celeste y Blanca volvería a armar lista, tal vez incluso con el propio Ciapponi volviendo a encabezar la propuesta.

Lo que queda, en esta vorágine con epicentro en la situación energética, es que Ciapponi enfrentó, como el Quijote en la obra de Cervantes, los molinos de viento, que –o curiosidades de las coyunturas argentinas- son en este momento la principal construcción económica del poder de Mauricio Macri vinculada a la construcción de ese poder: es en el sector eléctrico donde están sus principales socios, amistades de la política y de la vida, y es ese sector el que más se ha reforzado desde las políticas concretas instrumentadas por la Secretaría de Energía, con notables ganancias para “recuperar” algo de las pérdidas sufridas durante la “década perdida” del kirchnerismo.

Así, el caso CALF es un catalítico que, virando del blanco al rojo, ha demostrado una de las casi certezas de la actual coyuntura política: los oficialismos neuquinos, sean del color que sean, juegan a pleno a complementar o aprovechar la política energética de Macri. Cuando esta se demuestra correcta, aplauden; y cuando mete la pata, disimulan y miran para otro lado, como el tero cuando cuida sus huevos.

Rubén Boggi

 

 

 

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