Corazón y pases cortos

7 abril, 2019
Corazón y pases cortos
radio
radio

.- Con el comandante y siete muertos más alrededor, sin instrumental, el buque “Alférez Sobral” navegaba desesperado y ciego buscando la costa argentina, el 3 de mayo de 1982. Dos torpedos ingleses lo habían herido seriamente. Sólo dos cosas podían salvarlo: la orientación de las olas y una vieja radio a transistores. Y ambas funcionaron.

La orientación de la rompiente contra el barco lo acercaba a tierras patagónicas. Por la radio, desde LU 14 en Río Gallegos, llegó un “mensaje al poblador rural” con un código: “Atento Gómez Roca, lo esperamos en Deseado”. Y al rato otro: “Atento Gómez Roca, nuestra gente lo buscará por la estación”.

El periodista que emitió esos mensajes, Mario Novack, tenía casi la edad de los pibes que iban en el buque. Recordó por AM 550 que “en ese momento no entendí el papel que me dieron para leer los militares que intervinieron el informativo de la radio. Al otro día, cuando el ´Alférez Sobral´ entró con todos los honores en la ría de Puerto Deseado, entendí el mensaje”. El “Gómez Roca” de esos textos leídos en la radio no era otro que el comandante ya muerto en el buque.

Para el grupo que tripulaba ese buque a ciegas, rodeando la pequeña radio a pilas, esa emisión fue una señal de que sus vidas estaban en el ojo de un equipo que los tenía en cuenta, desde la tierra patagónica. Además de ellos, en esa mañana de Mayo de 1982, seguramente hubo otros pobladores de la zona rural que supieron de sus parientes en la ciudad, de que una encomienda llegó, de que el veterinario iba en camino, de que un pariente viajaba y habría de bajarse en un lugar de la Ruta 3.

Aún hoy en nuestras provincias, esos mensajes destinados a pobladores que no tienen más comunicación que el aparato de radio, siguen teniendo vigencia y muestran –en el apogeo de la virtualidad- el rostro más autóctono de la radio.

A 37 años de aquellos mensajes, el mundo es otro. Todo a nuestro alrededor ha cambiado, no sólo por el paso de ese tiempo sino –fundamentalmente- por la revolución tecnológica que impulsó a los medios de comunicación hacia la inmediatez infinita.

La radio sigue ahí

La radio, ese medio de comunicación que se inventó en la Argentina para el mundo hace casi cien años, sigue ahí. A la par de su recorrido, fueron naciendo y creciendo otros medios para comunicarse que amenazaron su existencia, pero en vez de matarla, la fortalecieron en la reinvención de su razón de ser.

El desarrollo del teléfono, el nacimiento de la televisión y de Internet, la virtualidad actual, todos los nuevos modos de comunicación parecieron torpedear –como al Alférez Sobral- el formato radiofónico. Pero la radio, al momento de saberse herida, despertó su sobrevivencia de la mano de esas innovaciones y de tener en cuenta que su contenido debe incluir a sus destinatarios. Y algo fundamental: nosotros como oyentes, necesitamos la radio. Eso también la mantiene viva.

El referente internacional en materia de radio y docente de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Roca, Ricardo Haye, reflexionó que se está “ante lo que en comunicación llamamos ´mediamorfosis´, es decir esta convergencia mediática”  local o global, más la aparición de emisiones que se pueden escuchar en el momento que el oyente quiera. Esta “radio-delibery o radio on-demand”, donde a través de Internet se puede acceder a las transmisiones del día en el momento que cada uno desee, muestran –según consideró en AM 550- “que la radio es un medio proteico, que ha ido cambiando todo el tiempo”.

También el especialista remarcó la confluencia de otros formatos a los que se suma la radio como parte de un discurso multimedial, donde el audio, la imagen y el texto van en una misma dirección, en beneficio de un receptor. Estamos “ante una nueva radio donde converge con complementos audiovisuales y de textos, a través de portales, etc.” pero que sigue utilizando un elemento sonoro con las mismas herramientas de la radio tradicional”.

A 37 años de aquellos mensajes, la radio es otra. Pero respondiendo “a los eternos gurúes que pronosticaron su muerte desde hace 60 o 70 años” –como señaló Haye en la entrevista-, hoy la tenemos ampliada en sus atajos para llegar al oyente.

Así, hoy surge de un informe de Deloitte Global, empresa de auditoría y consultoría, que asegura que casi 3 mil millones de personas en todo el mundo escuchan radio actualmente (lo que equivale al 85% de la población adulta a nivel global). Según la firma, la industria radiofónica facturará US$ 40.000 millones en 2019, un 1% más que el último año. Además, opuesto a lo que muchos piensan, Deloitte sostiene que esta tendencia no se revierte en los públicos más jóvenes: según sus datos, más del 90% de las personas que tienen entre 18 a 34 años en Estados Unidos escuchan -en promedio-, más de 80 minutos diarios.

La radio que viene

La radio, como un árbol que da sombra, vio crecer a su alrededor miles de flores de colores que adornan el espacio. Pero no ha crecido otro árbol que de esa sombra. De esta manera, con su estatura única en el predio, sobrevive en conjunto con el resto del paisaje, se asocia, se multiplica.

La alianza de la radio con otros medios de comunicación y la relación con la virtualidad, le han arrebatado características esenciales: de ser un formato donde se potenciaba la imaginación (recordemos el auge de los radioteatros), ha pasado a ser visible, con emisiones de televisión desde los estudios radiales.

También pasó de ser un medio que se sostenía solamente en el sonido a ser además leíble, ya que su contenido hoy está acompañado por textos y hasta imágenes en portales que buscan su lugar en Internet. Y precisamente, ese lugar en “la nube” le quitó otro de los elementos esenciales que era la limitación que imponía el alcance de las ondas hertzianas y llevó su voz al infinito.

Así, hoy la radio pasó de imaginable a visible, de oíble a leíble y de limitada a infinita en su llegada.

Pero lejos de hundirla –como quisieron hacer con el Alférez Sobral-, la radio llega al puerto de la aldea global para reabastecerse. Y recibe el mismo mensaje, desde el otro lado: la esperamos, la buscamos, la necesitamos.

Su desafío será no encandilarse con lo global para encontrar siempre lo particular (no olvidar la realidad inmediata); que la imagen no reemplace a la voz y que a la palabra escrita le agregue la imaginación y la sugerencia de los silencios, propiedades exclusivas de la radio.

Corazón y pases cortos

A esta altura, cuando faltan poco más de 12 meses para el centenario de la radio, luego de los embates y desafíos que ha recibido, debemos agregar otro elemento sustancial para su presente y su futuro. Está claro que va camino a fortalecer alianzas con otros medios, montada en la conectividad. Pero su flotación hacia el horizonte, como el buque comandado por Gómez Roca, dependerá de los objetivos y la mística de quienes la hacen. Sin trabajo en equipo, la radio es un sonido hueco y volátil.

El puerto permanente de la radio depende siempre de las estrategias que se utilizan frente a la masividad de ofertas comunicacionales que tiene la población. Como en el futbol, se puede ganar un partido a pelotazo limpio, con todos los jugadores colgados en el arco o rezando por la suerte. Pero esto es un campeonato largo y requiere de otro esquema por la voracidad de los competidores.

Y ya que ubicamos la radio en una cancha de futbol, vayamos al vestuario:

El eterno entrenador de las inferiores de fútbol del club Pacífico de Neuquén, Omar Aristes Mendoza, un domingo de ese mayo de 1982 lanzó la arenga a los pibes que tenían la edad de los peleaban en Malvinas: ganando o perdiendo, el juego de equipo siempre va a triunfar. Corazón y pases cortos, muchachos. Garra y organización, porque la vida es un juego en equipo.

¿Qué se le demanda a la radio hoy?

Por los medios que sea, tener en cuenta el buque que navega a ciegas, jugar ese partido diario con mística y calidad de equipo. Porque recién han pasado 99 años.

 

Te puede interesar
Últimas noticias