Jefes de plomo

5 abril, 2019
Jefes de plomo
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(de su muro de Facebook) Las dos fuerzas políticas nacionales con más adhesiones, padecen hoy el mismo problema. Tanto el oficialismo Macrista (Cambiemos), como la oposición Kirchnerista (Frente para la Victoria - Justicialismo) están padeciendo el protagonismo de sus Jefes.

El factor humano, es decir, el animal político con condiciones únicas que pudo convencer y aglutinar distintas ideas, pensamientos, intereses, etc., que otrora fue determinante para poder gestar y consolidar esos espacios de poder a nivel nacional -con lo difícil que ello es-, es hoy el factor que atenta contra esos espacios que han creado.

Obvia y lógicamente, no son los únicos ni exclusivos creadores de dichos espacios, ya que ni el mismísimo Maradona podría haber convertido el mejor gol de la historia del futbol si un “X” (no pude encontrar quien fue) no interceptaba el pase inglés, y se la daba a Cuciuffo y este a Enrique, y este le daba el “pase gol” a Maradona. Es decir, hay uno que es irreemplazable, sí; pero hay otro montón de “Enriques” a su lado que hacen posible crear esas realidades.

Pero, ¿cómo es posible pensar en un gol de Maradona sin Maradona; o un Macrismo sin Macri; o un Kirchnerismo sin Kirchner (o sin Cristina Fernández en este caso como fiel continuadora de aquel)?

Dejemos de lado el ejemplo del gol, porque es impensable.

Ahora, con los espacios políticos es distinto. Ocurre que los espacios políticos superan generalmente a sus creadores/fundadores, tienen vida propia, intereses propios y, eventualmente, necesidades propias que no siempre coinciden con la de sus jefes.

En este momento, todos deben estar acordándose de Frankestein. Pues bien, esto es algo parecido.

Tanto el Macrismo como el Kirchnerismo, están sufriendo el “abrazo de oso” que significan sus creadores, Macri y Cristina; ya que son ellos mismos, quienes atentan contra el futuro el “frankestein” que crearon.

¿Porqué? Porque tanto un espacio político como el otro, tienen mejores chances electorales si se sacan de encima a sus jefes y los reemplazan por personas menos “quemadas”, menos cuestionadas, incluso menos conocidas. Y esto último también, porque a diferencia de lo que algunos suponen, es importante ser conocido, pero no a cualquier costo. A modo de ejemplo que vale para el caso (sin que los de acá sean tan nefastos), Hitler era muy conocido.

Volviendo a estas pampas, hoy por hoy, al macrismo no le conviene Macri, y al Kirchnerismo no le conviene Cristina. Ambos, son un “salvavidas de plomo” para sus espacios. Ellos lo saben, y sus compañeros, correligionarios (o como sea que se llamen los macristas entre ellos) también.

En el caso de Macri, si quiere salvar el modelo, o mejorar las chances de salvarlo, debería poner como cabeza de lanza para las próximas elecciones a su mejor arma, María E. Vidal. Así y todo, no se la está dejando nada fácil.

En el caso de Cristina, si quiere echar el modelo macrista y que gane alguno que por lo menos no la persiga (tanto), debería quedarse en su casa tejiendo, y viendo cómo el Justicialismo logra rearmarse y encolumnarse detrás de alguna figura relativamente nueva, mayormente alejada de la década ganada y que cuestione con énfasis tanto la corrupción K, como el paupérrimo modelo económico M.

Urtubey, Massa, Uñac, cualquiera es mejor candidato que Cristina para ganarle a Macri.

Está claro que los argentinos, somos casi tan inestables como la dinamita y que podemos saltar de un modelo cuasi-comunista a uno capitalista en un abrir y cerrar de ojos si algo de dichos modelos nos desagrada mucho.

Aceptamos “alguito” de corrupción, como un flagelo casi necesario del folclore nacional y de nuestra propia cultura, pero no tanto !!! Y aceptamos un gobierno canchero, improvisado, que gobierne con fórmulas y estadísticas universitarias, que nos presione y nos baje el status de pobre a indigente, o de clase media a pobre, o de rico a clase media, pero tampoco tanto !!!

En consecuencia, tendrá más chances de ganar el modelo que más se aleje de sus jefes. Puede parecer medio cruel, injusto y traicionero; pero quien dijo que la política es el arte de lo posible (y de lo imposible) tenía razón.

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