Los niños de la montaña y el sueño de tener una plaza

5 marzo, 2019
Los niños de la montaña y el sueño de tener una plaza
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Cintia Bossini viaja en su propio auto, todos los días, desde Junín de los Andes hasta el paraje Atreuco, tierra de comunidad mapuche. Es docente en esa escuela, y está trabajando en juntar plata para que cuatro de los pibes que van allí, que este año se gradúan, puedan viajar a Buenos Aires, acompañados por dos maestros.

Los pibes mapuches de Atreuco no conocen otras ciudades más que Junín o San Martín de los Andes. Ir a Buenos Aires significa muchas cosas. Por ejemplo, conocer la cancha de River, y la de Boca. En Atreuco, desde hace unos años, hay electricidad, y televisión satelital. Los chicos mapuches miran el fútbol por la TV. De los cuatro que quieren ir a Buenos Aires, uno es de Boca, los otros tres de River.

“Si entro a la cancha, capaz que me pongo a llorar”, dice Cintia que le dijo uno de los chicos que se preparan para el viaje, que está organizado para el 21 de abril. Si es que se junta la plata. El pasaje ya lo tienen. Lo donó el vicegobernador Rolando Figueroa. Hace falta juntar otros mangos, porque piensan en alojarse allí una semana, y viajar en el transporte público, y visitar otros lugares donde también hay que pagar entrada.

Los niños de la montaña miran TV, y juegan y estudian como los niños de otros lugares de la provincia. Atreuco está a 30 kilómetros de Junín, y la escuela rural asegura contención y transmisión de saberes. Allí la educación con diversidad cultural está garantizada. Pero el dinero escasea. Y hay otras cosas que faltan.

Cintia Bossini se dio cuenta, por ejemplo, que los chicos no tienen una plaza donde jugar. Que esa es una diferencia concreta con otros lugares, con los pueblos, con las ciudades. Y tiene ese sueño, que pronto, si las cosas van bien, se cumplirá. Hacer la primera plaza en el corazón de una comunidad mapuche. Un lugar protegido por cercos para impedir que las chivas se coman el pasto. Con equipamiento para jugar. Un lugar para la recreación y la alegría común.

“Es mi proyecto. Creo que será la primera plaza en una comunidad mapuche. No tienen esa costumbre, y servirá para que los chicos estén más estimulados, y se beneficien con eso”, dice Cintia, hablando con Afilados en AM 550.

El terreno se está preparando. No solo el terreno físico, deducimos. También el de una espiritualidad nacida de la convicción de servicio, de entrega, de amor por el semejante.

Ese terreno crecerá, se elevará al costado del padre Lanín. Y quedará visible, con un poco de suerte y ayuda, para que los neuquinos de buena voluntad aprendan de lo sencillo, de lo que cuesta esfuerzo y perseverancia, y no siempre tiene que ver con los petrodólares y las millonarias inversiones.

Rubén Boggi

 

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