No hay plan B, solo plan M

1 marzo, 2019
No hay plan B, solo plan M
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Con énfasis y pasión desacostumbradas, Mauricio Macri plantó en el Congreso la bandera para aspirar a la reelección en octubre, y reafirmó las bases argumentales para explicar tanto los desaciertos como los aciertos de una gestión que, hay que decirlo, atraviesa la etapa más crítica y dificultosa desde 2015.

Hay algunos conceptos que dejan entrever lo que serán ejes de campaña este año para el oficialismo. Que permiten entender la postura ante la agresividad opositora. Uno de ellos es, sin duda, la firmeza: Macri pretende no vacilar. Evidentemente, entiende que es mejor equivocarse que dudar. En este aspecto, el recuerdo de Fernando de la Rúa evidentemente no ha caído en saco roto.

Otro concepto evidentemente importante para el oficialismo, es el del “cambio cultural”. Es lo que explica, para Macri, la certeza de un futuro mejor, a la vez que la caída dolorosa en el abismo de las dificultades presentes. Macri dice, en concreto, que cuesta y duele porque esta vez va de verdad, y esto es el cimiento para construir un país “en serio”.

Para que los ciudadanos argentinos crean esto, es necesaria la firmeza y la convicción en la transmisión del mensaje. Al menos en lo que hace a esta primera prueba, la del discurso en el Congreso y capeando el temporal de oposición manifiesta –desde carteles a gritos e interrupciones- desplegado por el kirchnerismo, el Presidente mostró un rasgo de personalidad que no se le conocía mucho: más allá del vendaval de furcios, dominó la presencia anímica del acto, y mostró algo así como coraje, un valor profundamente arraigado en el inconsciente colectivo nacional.

¿Hasta dónde todo esto ha sido real, o impostado? ¿Es fruto de una cuidada puesta en escena, o asunción simple de lo importante que está en juego? No puede deducirse estas inquietudes con solo un discurso. En definitiva, un discurso es solo eso, y no cambia en sí mismo la realidad, aunque sí puede tener consecuencias.

De eso se trata: se verá si el discurso de Macri le significa un mayor respeto en medio de la crisis económica innegable, o si sucede todo lo contrario, o si, tal vez, quede un efecto neutro, es decir, resulte en indiferencia.

La crisis económica seguirá, pese al discurso; la inflación se mantendrá alta; la nafta seguirá aumentando, y la carne, y las verduras, y la ropa. El gobierno seguirá el rumbo apuntado por Macri este viernes 1 de marzo: dirá que sí, que efectivamente es así, pero que hay que hacerlo porque si no, no se cambia, y es necesario cambiar.

Esa es la estrategia. No hay otra, además de mitigar algo de la crisis con más asistencia social con la plata que el FMI le ha dado al Tesoro.

Macri tiene solo un plan M. No tiene plan B.

Rubén Boggi

 

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